La Vanguardia (1ª edición)

Un nuevo soul añejo

CHARLES BRADLEY (1948-2017) Cantante norteameri­cano

- PABLO CUBÍ

La historia de Charles Bradley merece un documental al estilo de Searching for Sugar Man, que hizo famoso al cantante Rodríguez décadas después de que el mundo de la música lo hubiera ninguneado. Bradley, una de las grandes voces del soul, sí había disfrutado de una cierta fama en estos últimos años, y muchos se preguntaba­n por qué no lo habían oído antes. La respuesta es que nadie lo había oído antes.

Publicó su primer disco cumplidos los 62. Pero qué disco. No time for dreaming se convirtió en una de las grandes sorpresas del 2011 y revistas especializ­adas como Rolling Stone lo situaron entre los álbumes de referencia. Seis años y dos discos más tarde, su carrera seguía imparable. Dos temas suyos formaban parte de la banda sonora de una de las series del momento, Big Little Lies ,la gran triunfador­a de los premios Emmy, y su nombre volvía a sonar con fuerza, pero un cáncer de estómago acabó el pasado sábado con su sueño.

Un sueño que empezó en Harlem a mediados de los sesenta, cuando su hermana le invitó a ver a James Brown en el teatro Apollo. Bradley se quedó tan impactado que empezó a imitarle. No paró hasta hacerlo a la perfección. El problema era que ya había un James Brown y él no tenía contactos ni capacidad para buscar su propio camino. Nadie le hizo caso.

Trabajó diez años como cocinero en Maine y luego emprendió ruta por el norte, Seattle, Canadá y Alaska, antes de establecer­se en California. Vivió en vagones de metro, en coches y en la calle. Hizo todo tipo de trabajos, casi siempre ayudante de algo, pero nunca ganó lo suficiente para comprarse una casa. Harto de la vida que llevaba, tras perder el último empleo, regresó derrotado a su Brooklyn natal para vivir con su madre.

Allí fue donde se reencontró con la música. Consiguió un trabajo como imitador de James Brown en clubs nocturnos y empezó a ganarse relativame­nte bien la vida. Así llegó al cambio de siglo y así fue como una noche le descubrió Gabriel Roth, un directivo del sello discográfi­co Daptone, que le planteó la posibilida­d de firmar un contrato. Roth no sólo le ofreció un negocio, hizo algo más importante: le presentó al joven productor Tom Brenneck. Fue Brenneck quien puso a Bradley sobre la pista para que encontrara su propio estilo.

El trabajo fue arduo y lento. Se fogueó en varias giras al lado de otra cantante soul, Sharon Jones. Mientras tanto, Brenneck y Bradley iban trabajando versiones y temas propios, incluido Heartaches and pain, tema que rememoraba al hermano de Bradley, Joe, muerto a tiros en la calle tiempo atrás. No time for dreaming tardó casi una década en ver la luz, aunque ya había demostrado su fuerza con un par de singles que llamaron la atención de la escena soul neoyorquin­a.

“Han tardado 62 años en descubrirm­e –decía entonces Bradley–. Pero estoy muy agradecido, porque hay muchos otros a los que nunca les descubren”. Barcelona lo descubrió el 2014 en un memorable concierto del Primavera Sound, justo después de que apareciera su segundo disco, Victim of love. El tercero y último, Changes, se editó el año pasado. El tema que da título al álbum es una conmovedor­a versión de una canción de Black Sabbath. Aquel cantante que empezó imitando a James Brown había acabado haciendo suya la balada de uno de los gigantes del heavy metal. Realmente estaba cambiando. El pasado sábado el cáncer truncó la posibilida­d de ver qué nuevos caminos le deparaba la música.

 ?? JEAN-CHRISTOPHE BOTT / EFE ??
JEAN-CHRISTOPHE BOTT / EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain