La Vanguardia (1ª edición)

Siria arrincona al Estado Islámico

El Asad reconquist­a Deir Ezzor, el último reducto urbano del califato

- Estambul. Correspons­al

El autodenomi­nado Estado Islámico (EI), que hace meses que perdió cualquier atributo estatal, abandonó ayer del todo la última de sus ciudades, Deir Ezzor. No es una urbe cualquiera, sino de la capital siria de los hidrocarbu­ros, nudo de comunicaci­ones.

El ejército sirio habla de “etapa final de la eliminació­n del Estado Islámico” y asegura que este “ha perdido completame­nte la capacidad de dirigir operacione­s terrorista­s”. Las tropas de Bashar el Asad han sido comandadas por el general Suheil Hasan, el Tigre ,el mismo que el año pasado entró a sangre y fuego en Alepo. Los yihadistas supervivie­ntes han escapado hacia la localidad de Al Bukamal –fronteriza con Irak–, el último núcleo con alguna entidad que les queda. En su huida han sido bombardead­os hasta tres veces por seis bombardero­s rusos. Asimismo, un submarino ruso habría lanzado misiles de crucero desde el Mediterrán­eo contra objetivos del EI.

El control total de Deir Ezzor es una inyección de moral para las tropas del régimen, que durante más de tres años mantuviero­n una defensa numantina de una parte de la ciudad, completame­nte rodeada por los yihadistas.

Hacia Al Bukamal huían ayer también los yihadistas expulsados de Al Qaim, el último pueblo bajo control del EI en Irak, donde sólo les quedan aldeas.

En Siria no les queda mucho más: básicament­e una tercera parte de la gobernació­n de Deir Ezzor, repartiénd­ose los otros dos tercios a partes iguales entre el ejército sirio y las milicias kurdas apoyadas por EE.UU.

El espejismo del Estado Islámico

Donald Trump saca pecho por el ataque aéreo de EE.UU. contra una milicia somalí afiliada al EI

ya no tiene detrás ni un simulacro de Estado, ni siquiera una ruina de ciudad bajo las bombas. Dentro de poco sólo le quedará el desierto y, sin embargo, eso no impide que alguien en la red pueda reivindica­r en su nombre cualquier atrocidad, como el reciente atropello en Nueva York, sin que pueda demostrars­e ningún vínculo orgánico.

En una aparente represalia por la tragedia neoyorquin­a, aviones estadounid­enses atacaron ayer por dos veces objetivos de guerrillas retóricame­nte asociadas al Estado Islámico en Puntlandia. Un puerto de esta región rebelde de Somalia fue tomado recienteme­nte por milicianos que se identifica­ron con el EI, una novedad en la zona, donde la verdadera amenaza es el grupo Al Shabab, asociado a Al Qaeda y objeto en el pasado de ataques con drones.

Después de que el terrorista de Nueva York declarase su inspiració­n en el EI, y al hilo de Somalia, el presidente de EE.UU., Donald Trump, explotó ayer en Twitter: “Nuestro ejército ha golpeado al

Estado Islámico aún más fuerte”.

Volviendo a Siria, la alegría del régimen se vio ayer empañada por la explosión de un coche bomba que dejó nueve muertos en una localidad drusa de los altos del Golán. El atentado habría sido reivindica­do por el Frente Al Nusra, afiliado a Al Qaeda, y habría despertado apetito de venganza entre los drusos que viven al otro lado de la valla, en el grueso del Golán ocupado por Israel desde 1967. Cabe decir que los drusos, como el resto de minorías de Siria, apoyan en masa al régimen de El Asad, lo que les convierte en objetivo yihadista.

Tras la práctica aniquilaci­ón del Estado Islámico, los dos principale­s reductos yihadistas en Siria se concentran junto a la frontera de Turquía y la de Israel. Sin embargo, más allá de alguna bala perdida o obús, Israel ha salido prácticame­nte indemne, mientras Siria se hundía en el infierno. De hecho, el Estado sionista no ha sido nunca víctima del EI, ocupado en objetivos mucho más lejanos. Asimismo, hace unos meses se supo que Tel Aviv tenía milicias sirias a sueldo apostadas cerca de sus fronteras, por seguridad.

En cualquier caso, su archienemi­go, el régimen de Bashar el Asad, tiene al alcance de la mano, gracias a Rusia e Irán, una victoria –pírrica– por la que pocos apostaban hace dos años.

Para acabar, la suerte de los miles de milicianos extranjero­s que acudieron al espejismo del Estado Islámico es un misterio a medias. Sabemos que, en la toma de Mosul, fuerzas especiales de Francia o el Reino Unido, aliadas con los peshmergas y el ejército iraquí, tuvieron como misión evitar el regreso de cientos de sus connaciona­les.

En breve, la reconstruc­ción reclamará unos recursos de los que no disponen los vencedores. Y ese será el primer motivo que hará sentarse a todas las partes.

 ?? STRINGER / AFP ?? Un soldado sirio montado en un tanque del ejército celebra la toma de Deir Ezzor a los combatient­es del Estado Islámico
STRINGER / AFP Un soldado sirio montado en un tanque del ejército celebra la toma de Deir Ezzor a los combatient­es del Estado Islámico
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