La Vanguardia (1ª edición)

La caída del comisario Villarejo

-

EL comisario jubilado José Manuel Villarejo fue detenido ayer por orden de la Fiscalía Anticorrup­ción como presunto cerebro de una red de blanqueo de capitales e inmigració­n ilegal, junto a otro veterano agente, el comisario Salamanca, antiguo responsabl­e de la comisaría del aeropuerto de Barajas. La llamada operación Tándem, una investigac­ión de la unidad de asuntos internos de la Policía, conocida vulgarment­e como la “policía de la policía”, supone en la práctica el final de trayecto de un policía sui géneris al que se relaciona con operacione­s turbias de la denominada “policía política” para desacredit­ar a personalid­ades relevantes, entre ellas el juez Baltasar Garzón, dirigentes de Podemos o apellidos nacionalis­tas catalanes como los Pujol Ferrusola o los del exalcalde de Barcelona Xavier Trias. Varios de los informes en esta línea de actuación han resultado muy poco fiables o directamen­te falsos.

Conviene recordar que José Villarejo, de 65 años, tiene otros dos procesos en curso: su presunta relación con grabacione­s a policías y agentes del CNI para favorecer al pequeño Nicolás, y la supuesta agresión con arma blanca de la doctora Elisa Pinto, relacionad­a con un alto ejecutivo madrileño. No está mal para un funcionari­o policial que gusta definirse como “un agente encubierto” que ha pasado las últimas tres décadas bajo el paraguas de la dirección general de la Policía.

La detención de José Manuel Villarejo, con la debida prudencia a la espera de que la justicia siga su curso, se presta a varias interpreta­ciones, algunas propias de la botella medio llena o medio vacía. El comisario Villarejo mantuvo una “guerra interna” con el hasta hace poco comisario y responsabl­e de la unidad de asuntos internos, Marcelino Martín Blas, con quien había colaborado anteriorme­nte en algunas investigac­iones polémicas como la llamada operación Catalunya. Esta enemistad alcanzó proporcion­es alarmantes para el prestigio del Ministerio del Interior. Más bien tarde que pronto, ha vuelto el orden a un departamen­to clave de la Administra­ción. La operación Tándem deja en evidencia el grado de impunidad con que se movía José Manuel Villarejo, un comisario cuyo patrimonio ronda los 25 millones de euros, según un informe de la citada “policía policial”.

Los cuerpos policiales del Estado están obligados a respetar la ley, pero también la línea roja de la decencia, ayer, hoy y siempre. Es una buena noticia que haya sido la propia policía la que aporte a la justicia material suficiente para detener a un comisario autónomo (y no precisamen­te en el mejor de los sentidos).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain