Catalunya: ni tutela ni aventura
LOS catalanes mayoritariamente no quieren la aplicación del artículo 155, pero con más claridad todavía rechazan la DUI. Una parte significativa de los catalanes culpa al Gobierno central de la situación, pero rechaza con amplitud (66’9%) la tentación de considerar que la proclamación del Parlament del pasado 27 de octubre permite hacer efectiva la independencia. Son conclusiones demoledoras del barómetro que la empresa GAD3 ha realizado para nuestro diario. Los catalanes rechazan la tutela central, pero se oponen a la aventura.
El barómetro anuncia una participación histórica del 81% en las elecciones de diciembre, dato que casa con la enorme tensión política que estamos viviendo. Pero también indica que las cosas podrían seguir como estaban. En efecto, incluso en este momento de máxima emotividad, con los exconsellers entrando en prisión, persiste el empate entre los catalanes dispuestos a votar partidos que apoyan la independencia y los que votan a formaciones que no quieren la separación. Los partidos independentistas pierden apoyo (del 47,8% obtenido en las elecciones del 2015 bajan en el barómetro al 46%), lo que se traduce en pérdida de escaños. En el Parlament anterior, Junts pel sí y la CUP sumaban 72 diputados (4 por encima de la mayoría absoluta) mientras que la encuesta que publicamos calcula que obtendrán entre 66 y 69 diputados. Es decir: el independentismo tiene en el aire alcanzar la mayoría absoluta (68 escaños). Dicho de otra manera: podría conseguir una victoria pírrica, pues su fuerza sería inútil para persistir institucionalmente en el camino de la ruptura.
De entre los partidos más favorecidos por los encuestados destacan tres. ERC, Ciudadanos y PSC. Con 45 o 46 escaños, ERC emerge como el gran vencedor de la batalla por la hegemonía que se inició en 1999, con la última mayoría por los pelos de Jordi Pujol, al que el PSC de Pasqual Maragall superó en votos.
En las elecciones del 2003, Maragall consiguió gobernar, pero la llave la tenía ERC. Los republicanos han sido imprescindibles en todas las operaciones políticas posteriores: tripartito, Estatut, frente soberanista con Artur Mas y Junts pel Sí. Con una victoria que puede situarle a gran distancia del resto de partidos, ERC recuperaría el protagonismo que tuvo en los años de la II República.
También aumenta la representación de Ciutadans (de los 25 escaños actuales a 27 o 28) y, sorprendentemente, la del PSC, que sale del pozo y podría conseguir entre 19 y 20 escaños. La encuesta desmitifica las expectativas de Catalunya en Comú, que obtendría registros similares a los de la extinta ICV (9-10 escaños). Aunque, ciertamente, el resultado más demoledor de la encuesta son los 14 o 15 escaños que cosecharía el PDECat, heredero del CDC, lo que demostraría el profundo error de su giro al independentismo unilateral.
¿Qué sucederá si el bloque independentista no alcanzara los 68 diputados que exige la mayoría absoluta? Es difícil de prever, pero un dato objetivo de la encuesta salta a la vista: la combinación posible más evidente sería la reedición del tripartito de izquierdas, liderado por ERC, con el PSC y los comunes de acompañantes dentro o fuera del Govern.
Pero no avancemos escenarios. La campaña será, por razones obvias, dura, compleja y emotiva. Cualquier acontecimiento puede alterar las tendencias que expone la encuesta. Lo que está claro, de momento, es que el independentismo, a pesar de todas las emociones de estos días, se aleja de la barrera del 50%. Y que la complejidad de la sociedad catalana exigirá respuestas menos tremendistas, más transversales.