La Vanguardia (1ª edición)

Tres variacione­s, una gran transforma­ción

- Joan Golobart

Mejora notable. Mientras el Barcelona mantenía la seguridad defensiva, el equipo había ido perdiendo brillantez. Podían ocurrir dos cosas. O que este hecho se convirtier­a en una constante en el futuro. O que todo cambiase porque Valverde pusiera en juego tres o cuatro aspectos futbolísti­cos que realzaran el juego. Y eso es lo que sucedió ayer. Cambió la salida del balón en conducción por parte de los centrales. Estableció variacione­s en la línea de presión ante la pérdida, a veces en campo contrario, otras como máximo en la línea media. Fijó pausas en la transición para permitir la situación alta de los laterales y la llegada de jugadores de la segunda línea. Eran varios valores añadidos que enriquecie­ron el juego azulgrana. Curiosamen­te, cuando no se aplicaron apareció el Sevilla.

Cuando defender no basta. Cuando a un jugador lo sitúan en la línea defensiva es porque tiene una sensibilid­ad especial cuando consigue abortar una jugada del equipo rival. Como si eso fuese el máximo placer que puede sentir un jugador en un campo de fútbol. Cada uno contra uno se convierte en un reto apasionant­e. Incluso existen defensas que disfrutan más evitando una clara ocasión de gol del rival que marcando uno. Esa sería la versión más potente de Umtiti que hemos visto hasta ahora. Facilidad para la salida de balón pero obsesión por la supremacía defensiva. Pero cuando un defensor es un buen jugador, tiene recursos técnicos más que suficiente­s con el balón y a su vez se encuentra en plenitud de facultades, su mente necesita más. Inconscien­temente, el hecho de defender no llena su ambición. Y entonces intenta formar parte del juego ofensivo con mayor asiduidad. Y eso en muchas ocasiones acaba generando que el jugador arriesgue más allá de lo necesario. Es muy complejo querer ser generador de juego con protagonis­mo y no caer en el defecto de no discrimina­r cuándo sí y cuándo no. Umtiti cometió un error que le pudo costar un gol al Barcelona, pe- ro es mucho mejor que de vez en cuando pueda cometer alguno, siempre que en el recorrido ofrezca toda su capacidad futbolísti­ca.

Laterales en ataque. Fue curioso observar cómo encaraban sus tareas ofensivas los dos laterales, Alba y Semedo. Mientras el catalán lo hacía a través del juego, el segundo lo hacía desde la individual­idad. Y quedó claro quién era más productivo. Es lógico. Alba esperaba que la posesión con Messi como media punta cerrara la posición de los defensas del Sevilla hacia el centro y que quedaran las bandas abandonada­s. Y era entonces cuando, con un ligero cambio de ritmo, llamaba la atención del poseedor de la pelota para que se la pasara. Entonces tenía tiempo para un buen control orientado y para el uno contra uno ante un defensa agobiado. Todo facilidade­s. Semedo intentó ganar la banda con la pelota desde el medio campo. Teniendo el marcador encima de él y otro defensa haciendo la cobertura, todo dificultad­es: debería verse ayer para comprender que las cosas pueden ser más sencillas.

Valverde dio salida del balón a los centrales, varió la presión tras la pérdida y fijó pautas en la transición

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ALEJANDRO GARCÍA / EFE Samuel Umtiti intenta frenar un avance de Muriel
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