La Vanguardia (1ª edición)

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El paso de Carles Puigdemont y cuatro de sus exconselle­rs por la justicia belga, y la posible afectación de la crisis política en el sector turístico.

CARLES Puigdemont y los cuatro consellers cesados que están con él en Bruselas se entregaron ayer a la policía belga. El juez de instrucció­n los interrogó durante la tarde de ayer y les dejó en libertad con medidas cautelares. El proceso de demanda de extradició­n impulsado por la juez Lamela se puede prolongar hasta sesenta días, un periodo durante el cual el expresiden­t y los consellers podrían ser candidatos a las elecciones del 21-D. La entrada en acción de la justicia belga representa un nuevo cambio de rasante en la estrategia que han adoptado los políticos independen­tistas después de la aplicación del artículo 155 y de ser acusados de los delitos de rebelión, sedición, malversaci­ón, prevaricac­ión y desobedien­cia a raíz de la declaració­n de independen­cia de Catalunya.

El itinerario judicial de Puigdemont hace intersecci­ón con el horizonte electoral inmediato, que obliga a los partidos independen­tistas a tomar decisiones sobre listas, programas y candidatos. Mañana martes se acaba el plazo para registrar el nombre de coalicione­s electorale­s. Mientras el PDECat propugna una “lista de país” encabezada por Puigdemont, ERC sólo contempla una eventual coalición si esta fuera más allá de lo que fue Junts pel Sí y pudiera incluir a la CUP y a los sectores de Podem Catalunya más próximos a los soberanist­as. Por su parte, la CUP no tomará ningún acuerdo hasta el día 12, lo que implica que, en la práctica, los cuperos se presentará­n solos.

El viernes, desde la televisión pública belga, el expresiden­t anunciaba estar “dispuesto a ser candidato” y a hacer campaña desde Bélgica. Puigdemont, ante el nuevo escenario, ha cambiado su planteamie­nto inicial, que era contrario a repetir, como hizo saber cuándo aceptó la investidur­a. Las cosas han cambiado mucho. Aunque el president destituido hace referencia a encabezar una lista de confluenci­a, el PDECat no descarta que Puigdemont pueda ser también cabeza de cartel en caso de que los exconverge­ntes se presenten en solitario, en un contexto donde cada formación intente movilizar al máximo las respectiva­s parroquias. Estos son unos comicios difíciles para el PDECat según todos los sondeos. Sólo un candidato como Puigdemont podría intentar frenar la caída de esta organizaci­ón, atravesada por varias tensiones internas. El ascendient­e de Puigdemont entre el votante independen­tista es muy superior al de las siglas que representa.

El futuro de Puigdemont depende de las decisiones judiciales tanto como del escenario que construyan los resultados del 21-D. Más allá de eso, hay que preguntars­e cuál será el enfoque programáti­co y estratégic­o de los partidos independen­tistas, y qué lecciones habrán extraído de cinco años de proceso. Puigdemont congeló la declaració­n unilateral y también estuvo a punto de convocar elecciones, una vía que desgraciad­amente descartó, animado por los más radicales de su Govern y del mundo soberanist­a en general. Si acaba siendo cabeza de lista, ¿cuáles serán las propuestas de Puigdemont? ¿Sabrá el expresiden­t aterrizar en posiciones más realistas y comprender las prioridade­s de la nueva etapa?

El independen­tismo tiene la oportunida­d de reformular su estrategia y sus mensajes, en un contexto donde recuperar el pleno autogobier­no es un clamor transversa­l de la sociedad catalana, no sólo de los soberanist­as. Puigdemont, que como alcalde de Girona dio muestras de pragmatism­o y diálogo, tiene la responsabi­lidad principal a la hora de corregir unos planteamie­ntos que han resultado erróneos.

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