Incivismo en las paredes
Cerca de cuatro millones de euros al año es lo que gasta el Ayuntamiento de Barcelona en limpiar las pintadas y retirar los carteles y pancartas que ensucian el paisaje urbano. Para reparar esta consecuencia del incivismo un equipo de sesenta personas recorre a diario las calles de la ciudad. Estas cifras espectaculares contrastan con el escaso número de sanciones tramitadas por la Guardia Urbana durante el año pasado por infracciones de la ordenanza de la convivencia en el espacio público, que prohíbe y en teoría, sólo en teoría, castigan estas prácticas. Apenas 324 denuncias, menos de una por día, que en muchos casos no llegan a cobrarse. La administración no debe limitarse a limpiar. Ensuciar la ciudad no puede salir gratis a aquellos que confunden la libertad de expresión y una supuesta creatividad artística –que tiene otros muchos canales para manifestarse– con un comportamiento que perjudica a una mayoría, que cuesta demasiado dinero público y que consolida el discurso del todo vale.