Un vecino armado persiguió y se enfrentó con su rifle al pistolero
sacres. La “cacería” de Las Vegas, con el récord de 58 muertos, todavía está muy fresca.
Si en aquel caso el autor, Stephen Paddock, parece haberse llevado a la tumba la razón de su acción, en este otro, Martin señaló que el autor tenía un objetivo.
Cuando Kelley se vio obligado a dejar el uniforme militar, se había divorciado. Luego se volvió a casar, aunque, por lo visto, la pareja se había distanciado.
En el momento que el portavoz remarcó que todo apuntaba a “una situación doméstica”, no quedó claro si se refería a una pareja o la otra. Sí subrayó que había enviado mensajes amenazadores a su “ex suegra”, incluida esa misma mañana de su fechoría. Esa mujer frecuentaba esa iglesia de Sutherland Springs. Este domingo se ausentó. Pero, según la CNN, mató a la abuela de su ex.
Kelley residía en New Braunfelds, a unos 56 kilómetros al norte de la iglesia. Fuentes de la investigación reiteraron que no han dado con elemento alguno que le vincule con grupos terroristas o milicias de ultraderecha. Tampoco había nada que avalara un acto racista o de odio religioso.
Vestido de negro y a lo paramilitar, con un chaleco antibalas, Kelley aparcó su coche, se armó con su fusil semiautomático AR556 idéntico al que mostraba en un reciente post en las redes soparándose. ciales. Y disparó. Cuentan que se puso en medio del pasillo, girando sobre sí mismo para ampliar su radio. Hubo 23 muertos en el interior del templo, dos afuera y el último falleció en el hospital.
Según la versión oficial, un residente le replicó con su rifle. Uno y otro se enzarzaron a balazos. Kelley perdió su arma en la refriega. Se subió a su vehículo y emprendió la huida. En el coche llevaba dos pistolas, una Glock de nueve milímetros y una Ruger 22. Una de las cuestiones que se plantean es cómo pudo adquirir las armas. Dada su condena y su expulsión, a Kelley le denegaron el permiso de ir armado. Trabajaba de guardia de seguridad, pero sin portar pistola.
“El buen samaritano es un héroe”, dijo el sheriff Tackitt.
El Dallas Morning le identificó como Stephen Willeford, de 55 años, que salió descalzo en defensa de sus amigos. Otro residente en la zona, Johnnie Langendorff, iba en su vehículo en busca de su novia y vio a los dos hombres dis- Identificó al vecino, que además le planteó una cuestión: “Sigue a ese coche”. No se lo pensó: “Actué de la manera que pensé era la correcta”, explicó en una de las múltiples entrevistas ante las cámaras. Langendorff no iba armado, ni sabía que perseguían al autor de una matanza.
“El vecino con el rifle vino a mi camioneta, abrió la puerta y me comentó que ‘se ha disparado en la iglesia y hemos de ir a por él, vamos a cazarlo’, y es lo que hicimos, simplemente cazarlo”, añadió. A 150 kilómetros por hora.
“Fue una respuesta de actúa ahora y pregunta luego, no era para estar asustado, la situación tenía sentido y, en cierto sentido, estaba bajo control porque si estoy al volante, todo va bien”, prosiguió. A su vez, llamó a emergencias para avisar a la policía en la dirección en que se movían.
Kelley, en la huida, también hizo una llamada. A su padre. Le confesó que le habían disparado y que no creía que sobreviviera, afirmó Martin. El portavoz apostilló que el pistolero acabó suicidándose, una vez que se salió de la carretera, a unos diez kilómetros de la iglesia.
“Duermo más tranquilo sabiendo que no matará a mas gente”, confesó Langendorff.
NO PODÍA LLEVAR PISTOLA Tras su expulsión del Ejército, a Kelley le denegaron el permiso de llevar armas
SUICIDIO EN LA FUGA El autor de la matanza llamó a su padre en la huida y le dijo que no iba a sobrevivir