Arabia Saudí no afloja la purga de príncipes y ministros
El fiscal advierte que es sólo la “fase uno” de la operación anticorrupción
Arabia Saudí no dio ayer ninguna señal de aflojar en su campaña masiva de detenciones de altos cargos en el marco de una “operación anticorrupción” bajo la cual muchos ven una purga dirigida por el príncipe heredero, Mohamed bin Salman. Hubo más arrestos y el fiscal general advirtió que se trata sólo de la “fase uno” de la operación.
Considerados intocables hasta el domingo, el último recuento hablaba de 11 príncipes, cuatro ministros y 34 exministros y empresarios arrestados en la operación, recibida con entusiasmo por la prensa –en un país con un espacio exiguo para la crítica– pero también por la sociedad. Los privilegios y negocios de los príncipes escuecen en un momento de estancamiento económico y caída del precio del crudo.
El fiscal general, el jeque Saud al Mojeb, anunció que los interrogatorios a los detenidos –encerrados en el hotel Ritz Carlton de Riad– ya habían permitido reunir “una gran cantidad de pruebas”. Según Reuters, las acusaciones incluyen lavado de dinero, soborno, extorsión y uso de cargo público para beneficio personal, aunque no está claro si se han presentado cargos formales.
“No es el comienzo, sino el final de la fase uno de nuestra operación contra la corrupción”, dijo el fiscal. Las detenciones fueron anunciadas horas después de que el rey Salman creara una comisión anticorrupción presidida por su hijo, el príncipe Mohamed, de 32 años. El fiscal sostuvo que los investigadores llevan tres años reuniendo pruebas, trabajando discretamente para “preservar la integridad del proceso legal y evitar fugas”. Se ha prohibido a los miembros de la Casa Real salir del país. Por si acaso, se ha cerrado el aeropuerto de jets.
Es un torpedo de impredecibles consecuencias contra los opacos repartos de poder que regían en la Casa de los Saúd y que eran también la base de la estabilidad del régimen. Entre los detenidos hay primos de Mohamed que hasta su ascenso meteórico –sólo fue designado heredero en junio– aspiraban al trono.
Mientras los observadores internacionales alertan del tufo de purga, muchos saudíes aplauden el empeño de Mohamed bin Salman –conocido como MBS– para acabar con la red de privilegios y corrupciones mayúsculas de que se beneficiaban los miembros de una casa real muy extensa. Instada desde Palacio y quizá con un interés oscuro, pero no deja de ser una revolución.
“Occidente no ha entendido nada. No se da cuenta de que los saudíes llevábamos años soñando este momento”, decía ayer a este diario la historiadora Hatun Fasi. “Eran intocables. Todos sabíamos de sus negocios, que tanto daño han hecho a este país, pero no podíamos hacer nada contra ellos”. No es una voz aduladora del régimen, sino todo lo contrario: veterana activista feminista, ha sufrido represalias personales y profesionales, también por denunciar la corrupción.
La corrupción saudí escapa a la imaginación de los occidentales, considera Fasi. También lo señalaba el periodista saudí Jamal Khashoggi en The Washington Post. “Los altos cargos y los príncipes se hacen billonarios o bien con contratos hinchados o, en el peor de los casos, contratos que son un completo espejismo”, escribía, recordando el ejemplo de un proyecto de alcantarillado en Yida con tierras perforadas pero sin cañerías, o un aeropuerto construido donde no tocaba para que los príncipes propietarios del terreno (regalado) fueran compensados con una fortuna por él.
Fassi admite que “no hay ninguna garantía” de que MBS no esté actuando movido sólo por su afán de poder, pero es un riesgo que acepta gustosa. “La Casa de los Saúd ya tenía todo el poder en sus manos. Lo que vemos es que ahora por primera vez alguien quiere hacer cosas diferentes con todo ese poder”.
Khashoggi advertía de los peligros que encierran la deriva autoritaria de Mohamed. “Está imponiendo una justicia muy selectiva. La mano dura con toda crítica, incluso la más constructiva, la exigencia de una lealtad total más te vale, cuestiona su deseo de ser visto como un líder moderno y abierto”.
Los investigadores dicen que llevan tres años reuniendo pruebas en secreto “Occidente no entiende nada; hacía años que los saudíes soñábamos este momento”