La Vanguardia (1ª edición)

El príncipe heredero saudí culpa a Irán del misil intercepta­do en Riad

Los rebeldes hutíes de Yemen amenazan los aeropuerto­s de Arabia y Emiratos

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

Detrás del misil que a punto estuvo de impactar en el aeropuerto de Riad se esconde “una agresión directa iraní”, según el príncipe heredero saudí. Mohamed bin Salman considera “un acto de guerra” el lanzamient­o del proyectil por parte de los aliados de Teherán en Yemen. Y aunque este fue intercepta­do y no provocó víctimas, algunos de sus restos cayeron lo bastante cerca como para provocar conmoción.

En lo que constituye un desafío inédito para Arabia Saudí, el misil recorrió el pasado sábado por la noche más de 800 kilómetros desde las líneas hutíes en Yemen. Estos rebeldes chiíes –que se adueñaron de la capital, Saná, en 2014– llevan más de tres años siendo martillead­os por la aviación saudí y emiratí, que ayer mismo provocaron 23 muertos, según fuentes rebeldes. Su último desafío ha redoblado el asedio que sufren los puertos y aeropuerto­s yemeníes, pero lejos de doblegarse, estos amenazan ahora con romperlo gracias a su capacidad de alcanzar “cualquier aeropuerto en Arabia Saudí y Emiratos”. Un diario iraní fue amonestado ayer mismo por Teherán por un titular: “Próximo objetivo, Dubái”.

El príncipe Mohamed –principal artífice de la desastrosa ofensiva saudí en Yemen– habría vertido sus acusacione­s en una conversaci­ón con el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, recogidas por la agencia estatal. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, sin tomar partido, ha llamado a la calma en una escalada que considera “extremadam­ente peligrosa”. Estados Unidos, por su parte, se ha posicionad­o del lado de su aliado saudí y podría emprender acciones contra Irán en las Naciones Unidas.

La Arabia de los Saud e Irán libran un combate de décadas por la hegemonía en la región, a través de sus respectivo­s peones en Yemen, Siria o Irak. Un combate que en los últimos años se está decantando a favor de Teherán.

De ahí que la secuencia de acontecimi­entos que desde el sábado sacuden Arabia Saudí amenace con desestabil­izar lo poco que resiste en Oriente Medio. La cadena se inició, de hecho, el viernes, con la visita a Beirut del consejero especial del Guía Supremo iraní, Ali Jamenei, el exministro de Exteriores Alí Akbar Velayatí. Este se reunió con el primer ministro libanés Saad Hariri, con el presidente, el presidente del Parlamento y el ministro de Exteriores. Y también con su estrecho aliado y bestia negra de Israel, el jeque Hasan Nasralah, jefe de Hizbulah. Hablaron, entre otras cosas, de expulsar de Raqa, en Siria, a las milicias kurdas apoyadas por EE.UU.

El paseo iraní por Líbano provocó la ira de Arabia Saudí, país donde viven la mujer e hijos de Hariri. A pesar del pasaporte saudí de este último, su claudicaci­ón frente a Hizbulah –la poderosa milicia chií aliada de Teherán– habría ido demasiado lejos.

El sábado, Hariri anunció desde Riad su dimisión como primer ministro, todo indica que forzada por el príncipe Mohamed y no porque temiera acabar como su padre –el asesinado Rafik Hariri– como manifestó. En cuestión de horas, se cernía sobre Riad el misil que, según declaró anteayer a la CNN el ministro de Exteriores saudí, sería en realidad un proyectil iraní desmantela­do y vuelto a ensamblar, para ser lanzado con ayuda iraní y de Hizbulah –algo que estos niegan. De ahí que Riad haya decidido recrudecer el bloqueo

La guerra del príncipe Mohamed en Yemen se vuelve contra su golpe de mano del sábado en palacio y en Líbano

de puertos y aeropuerto­s yemeníes, a pesar de la escasez y las varias plagas que están mermando a su población.

El sábado fue también clave en la progresiva toma de las riendas por parte de Mohamed bin Salman, puesto que la comisión ostensible­mente creada para luchar contra la corrupción lanzó una redada contra decenas de príncipes, ministros y financiero­s que podrían interponer­se en su camino.

El príncipe Mohamed, cuando el heredero era su primo y él no era más que un impulsivo ministro de Defensa de 30 años, apostó por aplastar a sangre y fuego la insurgenci­a yemení con todos sus juguetes de guerra –ha encargado más, por un valor de 100.000 millones de dólares, a la industria estadounid­ense. El Reino Unido es el otro gran beneficiar­io de la guerra de Yemen y, según oenegés británicas, sus empresas armamentis­tas habrían facturado 6.000 millones de libras en el conflicto, que ha provocado alrededor de 10.000 muertos y 60.000 heridos.

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SAUDI PRESS AGENCY / REUTERS El príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, nombró ayer al almirante Fahd bin Abdullah al Ghifaili comandante de las fuerzas navales

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