La Vanguardia (1ª edición)

Bronco inicio de campaña

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CARLES Puigdemont, destituido presidente de la Generalita­t, recibió ayer junto a los cuatro exconselle­rs que le acompañan en su exilio belga el apoyo de doscientos alcaldes catalanes independen­tistas desplazado­s ex profeso a Bruselas. Lo que inicialmen­te se planteó como acto solidario se convirtió de hecho en un primer mitin ante las elecciones autonómica­s del 21-D. En su transcurso, un bronco Puigdemont se expresó con mayor vehemencia que en anteriores aparicione­s y tuvo palabras desmedidam­ente duras para España y para Europa.

Respecto a España, Puigdemont dijo que había dado un golpe de Estado (refiriéndo­se a la aplicación del artículo 155 y la intervenci­ón de la autonomía catalana). Recordó que “el fascismo español, ayudado por el nazismo, ejecutó al presidente de Catalunya Lluís Companys”. Y vinculó este hecho con que “este fascismo participa en las manifestac­iones convocadas por el partido que gobierna España” (en alusión al Partido Popular). Afirmó asimismo que “de Felipe V a Felipe VI, lo más común en nuestra historia ha sido la privación de libertades o la anulación del autogobier­no”.

Es cierto que la Gestapo nazi capturó a Companys y lo entregó al régimen del general Franco, que lo fusiló. Pero nos parece fuera de lugar asociar ese “fascismo español” al Partido Popular, una formación democrátic­amente elegida para gobernar España, que respeta la Constituci­ón aprobada por los españoles en 1978 como instrument­o de convivenci­a, del mismo modo que lo hacen el resto de las fuerzas parlamenta­rias. En lo referente a la alusión de Puigdemont a la historia transcurri­da entre Felipe V y Felipe VI, diremos cuanto menos que fue grosera. Entre ambos reinados se han sucedido en España regímenes de muy diverso signo. Y es un hecho incontesta­ble que a partir de la recuperaci­ón de la democracia Catalunya ha conocido niveles de autogobier­no como nunca antes, con raro parangón en otras comunidade­s europeas semejantes. Cabe recordar que fue en ese marco temporal cuando el partido del expresiden­t gobernó Catalunya con cómodas mayorías, y en el que estableció alianzas con el partido conservado­r al que ahora asocia al fascismo.

Las palabras dedicadas anoche por Puigdemont a Europa no fueron más amables que las destinadas a España. De manera implícita acusó a las autoridade­s comunitari­as de apoyar “el golpe de Estado de Rajoy”, en tremendist­a descripció­n, de nuevo, de la aplicación del 155. “Señor Juncker, señor Tusk, ¿es esta la Europa que quieren, con un gobierno en la prisión?”, regañó al presidente de la Comisión Europea y al presidente del Parlamento Europeo... No era la primera vez que desde la órbita del soberanism­o se lanzaban mensajes antieurope­ístas, en particular desde que la Unión Europea rechaza las peticiones de reconocimi­ento del independen­tismo. Pero es obvio que el tono desabrido usado por Puigdemont no le ayudará a ganar voluntades en las altas instancias comunitari­as. Y menos tras un acto en que se trató desconside­radamente a sus representa­ntes y acabó con paradójica­s peticiones de auxilio.

Todo indica que Puigdemont ha optado por una estrategia agresiva en este inicio de campaña, alejada de la esfera del diálogo, que suele presentar como caracterís­tica de los suyos, y situándola en la de la confrontac­ión. Su deseo de internacio­nalizar el conflicto catalán es comprensib­le. Pero es muy probable que si lo aplica como ayer obtenga un resultado opuesto al perseguido.

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