La Vanguardia (1ª edición)

Al menos hace frío

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Es la hora del café. El sol se filtra por los ventanales del restaurant­e y los comensales se percatan de un gigantesco corazón rojo adherido a los cristales. No es el único adorno. Si miran al techo verán unas grandes bolas doradas que amenazan sus cabezas, arbolitos verdes de fieltro y un Papá Noel de ojos asiáticos. Nada extraordin­ario, excepto que esto pasa el jueves 9 de noviembre y todavía faltan siete semanas para Navidad. Suerte que al menos ha llegado el frío…

Los grandes centros comerciale­s ya han puesto la decoración navideña. Y en el súper de al lado ya hace días que es difícil caminar entre los lineales porque turrones y panettones ocupan mucho espacio… Uno añora las discusione­s de hace unos años. De cuando la gente polemizaba sobre si era mejor regalar en Navidad o en Reyes. Los primeros, modernos, decían que así los niños tenían más tiempo para jugar. Los otros preferían los Reyes porque la escena del despertar, el balcón y los zapatos era lo más Stranger Things que había a mano. Vayan más lejos sean un poco kitsch: qué años en los que la Fira de Santa Llúcia te avisaba de que se te acababa el plazo para comprar alguna cosa y no quedar mal con la familia.

De hecho, la gente ya hace semanas que está comprando los regalos de Navidad. Ha asimilado una Navidad que se prolonga durante semanas. Las guirnaldas están ya por todas partes y el brillo excita los sentidos de la gente tanto como agota sus visas. Siempre ha habido gente que se deprimía con la Navidad, con la muchedumbr­e y con las compras obligatori­as. Ahora forman parte del batallón de los asociales. Están condenados.

La Navidad llega mucho antes y las responsabi­lidades deben atribuirse al comercio, a los cambios en el sector. Antes, noviembre era una birria de mes para las ventas. Un mes discreto. Desde que llegó el black friday (24 de noviembre, en teoría, aunque en realidad las promocione­s se activan días antes), noviembre disputa el protagonis­mo a diciembre como el mes de las grandes compras. El vector del cambio ha sido el comercio online. Ha sido, sobre todo, cosa de Amazon. Pero la consolidac­ión de la fórmula en los últimos cinco años ha sido tal que ha obligado al resto del comercio a sumarse a ella a riesgo de perder cuota. E incorpora una advertenci­a para el consumidor: si usted no compra ahora, puede que los regalos no le lleguen a tiempo para las fiestas. A correr…

La Navidad se adelanta. Despojada de cualquier aire de celebració­n. La festividad queda para las compras. La espiritual­idad y la solidarida­d se canalizan por otras vías. A través de la Marató de TV3. A través de iniciativa­s como el Giving Tuesday, que quiere ser un antídoto –por ahora muy tímido- al derroche del black

friday. O a través de las cuentas para pagar las fianzas de los presos de conciencia, que la noche del jueves se colapsaron por tanta aportación. La Navidad, francament­e, ya no es lo que parece.

La temporada comercial de Navidad llega cada vez con más anticipaci­ón, alejada de cualquier aire de celebració­n

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