Arte bolchevique
El centenario de la revolución bolchevique es tema central de grandes exposiciones en Rusia
El centenario de la revolución bolchevique es el tema central de grandes exposiciones en Rusia. El palacio de Invierno, convertido en el Museo Hermitage, es el escenario idóneo para recordar la revolución de 1917.
El Kremlin ha preferido mantener un perfil muy bajo en el centenario de la revolución rusa, intentando separar el aniversario de la esfera política. Pero en el ámbito cultural, el año de las revoluciones rusas ha despertado un gran interés en todo el mundo. En Rusia no son pocas las conferencias, representaciones teatrales o películas que se han dedicado este año a esa turbulenta época. En sus museos, las principales exposiciones resumen lo sucedido hace cien años o recuerdan a los artistas que vivieron esos acontecimientos. Desde el papel de la comunidad judía, hasta el protagonismo de un museo como el Hermitage, testigo directo de una época.
Una de las propuestas más interesantes se encuentra en el antiguo Museo de la Revolución, hoy llamado Museo de Historia Contemporánea de Rusia y situado en pleno corazón de Moscú, en la calle Tverskaya. A lo largo de cinco salas, la exposición 1917. El código de la Revolución (que se cierra hoy) realiza una crónica histórica de la época. Incluye 1.500 artículos y fotografías, incluidas las notas personales de Vladímir Lenin y de otros líderes bolcheviques, o retratos de Alexánder Kérenski, segundo jefe del Gobierno Provisional. El visitante puede contemplar desde un ojo de buey del legendario crucero Aurora hasta los teléfonos del estado mayor revolucionario. Según la directora del museo, Irina Velikánova, la exposición ha recibido el nombre de “código” porque “1917 son cifras especiales, no sólo en la historia de Rusia, sino en la de todo el mundo, y lo cambiaron de forma radical”.
El arte es tema destacado en otras dos exposiciones de Moscú, la que organiza la Nueva Galería Tretiakov bajo el título Alguien 1917 (abierta hasta el 14 de enero) y la del Museo Judío y Centro de la Tolerancia que se llama ¿Libertad para todos? Historia de una nación durante los años de la Revolución (abierta hasta el 14 de enero). En esta última “mostramos el destino del pueblo judío en el periodo revolucionario”, explica a La Vanguardia el comisario de la exposición, Grigori Kazovski. “Sólo una parte de los judíos jugaron un papel importante en la revolución. Pero los judíos siempre tuvieron un papel muy destacado en la historia rusa, en su cultura y su economía. Debido a esa actividad mucha gente tiene una visión negativa de ellos”, recuerda. La exposición muestra con obras de ar- te, fotografías, libros o carteles propagandísticos la variada vida de esta comunidad en aquel periodo. También incluye trabajos de destacados artistas judíos, como El Lissitzky, Marc Chagall, Robart Falk e Issachar Ber-Ryback.
La Nueva Tretiakov, cuyo edificio está reservado al arte ruso del siglo XX, reúne 120 pinturas y esculturas que muestran las ideas y sentimientos que tuvieron en 1917 aquellos artistas rusos que retrataron los mitos y utopías de esos años. La pintura figurativa está representada en trabajos de Mijaíl Nésterov, Kuzmá Petrov-Vodkin, Borís Grigoriev, Zinaída Serebriákova o Borís Kustódiev, mientras que el arte abstracto lo conforman obras de Kazimir Malévich, Pável Filónov, Olga Rozánova, Liubov Popova, Iván Kliun, Alexánder Rodchenko o Vassili Kandinski.
El nombre de la exposición está tomado de un almanaque de 1912, Bofetada en la cara al gusto, escrito en 1912 por el poeta futurista ruso Velimir Jlébnikov. Se refería entonces a unos acontecimientos desconocidos, ignotos, pero que inevitablemente estaban por venir. “Incluso quien llegó a vivir ese 1917, no supo hasta el final lo que sucedió. Los pintores de la vanguardia hicieron una abstracta utopía cósmica. Se encerraban en su taller y dibujaban una de las hermosas haciendas de los nobles, que pronto arrasarían las revueltas campesinas. Cada artista pensaba entonces en Rusia y en el pueblo ruso”, ha dicho la directora de la pinacoteca, Zelfira Tregúlova. La exposición recoge obras de museos de Rusia y de instituciones como la Tate de Londres, el Pompidou de París o el Museo Ruso de Tel Aviv, “en un conjunto que no se volverá a ver en las próximas décadas”.
El gran Museo Hermitage de San Petersburgo es todo un símbolo de la Revolución Rusa por su edificio principal, el Palacio de Invierno de los zares, asaltado por los bolcheviques el 7 de noviembre de 1917 (25 de octubre en el antiguo calendario Juliano). Lleva realizando exposiciones sobre el centenario durante todo el año, pero la más importante se ha inaugurado este 25 de octubre.
En El palacio de Invierno y el Hermitage en 1917. La historia se hizo aquí (abierta hsta el 4 de febrero) muestra el papel que le tocó jugar al edificio en aquella época. “Nuestras paredes recuerdan la historia de Rusia. Ellas hablan, y nosotros les ayudamos a contar lo que ocurrió en 1917”, dijo el director del museo, Mijaíl Piotrovski. “El palacio y el Hermitage estuvieron en el centro de todo, y allí se decidió el destino” de Rusia.
La muestra refleja la vida de la familia de Nicolás II antes de perder
El palacio de Invierno, convertido en el museo del Hermitage, es el escenario idóneo para recordar la revolución
el poder. Y desgrana todas las fases de este año revolucionario hasta ser testigo de los acontecimientos de finales de la Revolución Bolchevique. Convertido en hospital desde que en 1914 comenzase la Primera Guerra Mundial, tras la Revolución de Febrero de 1917 sirvió de sede al Gobierno Provisional. Su jefe, Alexánder Kérenski, tenía su oficina en el gabinete del zar Alejandro III.
La visita a esta exposición no debería pasar por alto el Comedor Pequeño, el lugar donde la noche del 7 al 8 de noviembre (25-26 de octubre) el Gobierno Provisional de Kérenski fue arrestado por un grupo de soldados y marinos al mando de Vladímir Antónov-Ovséyenko, futuro cónsul general en Barcelona que en el día de la gran Revolución dirigió el asalto al palacio de Invierno.