La Vanguardia (1ª edición)

El día de Marc Márquez

Márquez, con la ‘pole’, aspira a proclamars­e campeón de MotoGP por cuarta vez

- TONI LÓPEZ JORDÀ Cheste

A sus 24 años, el piloto de Cervera aspira a convertirs­e en campeón de MotoGP por cuarta vez, para lo que le bastaría con acabar undécimo. Márquez parte desde la primera posición de la parrilla en el circuito de Cheste (Valencia). El único que puede arrebatarl­e el título es Andrea Dovizioso, que saldrá muy retrasado, desde la novena posición.

A sus 24 años, Marc Márquez tiene hoy otra cita con la historia. Y van cuatro. El niño de las maravillas puede proclamars­e en València campeón del mundo de MotoGP por cuarta vez en cinco años. Lo tiene todo de cara para agrandar su leyenda. La disposició­n de la parrilla, la lógica, la estadístic­a y el cálculo de probabilid­ades están de su parte, gracias a los 21 puntos de ventaja que le protegen. Pero tiene que rematar ante un rival tocado, un Andrea Dovizioso, 9.º de partida, que precisa un milagro: ganar y que Márquez no esté entre los 11 primeros. Casi un imposible. Pero en las motos, en el deporte, las matemática­s no funcionan, y la razón pierde todo su sentido.

Todo un Mundial, nueve meses de trabajo, la gloria de la corona de la cilindrada reina, se concentran en 30 vueltas, apenas 45 minutos de carrera. La cita es a las 2 de la tarde en Cheste. Márquez se presenta confiado, prudente, pero determinad­o y con el favor de la pole, la octava de la temporada. Una primera plaza de salida que le debería ayudar, como apuntaba él mismo, “a escapar de los riesgos de la primera curva” y a ahorrarse una situación de peligro. “Este fin de semana me planteaba dos objetivos: salir en primera línea –y he logrado la pole–, y la primera vuelta. Si paso estos dos puntos, ya tendré superados dos riesgos, sólo me faltaría acabar la carrera, que es lo más importante”, se receta un Marc cauto.

En Cheste, sin embargo, cualquier neófito adivinaría rápido que el título ya tiene dueño. Sólo le haría falta observar las caras de los protagonis­tas: Márquez no deja de sonreír, de hacer bromas con sus caídas –ayer, una más, la 27.ª–, transpira una superiorid­ad anímica cimentada en la fortaleza exhi-

“Sonrío, estoy contento, y estaría más preocupado si él estuviera en ‘pole’ y yo 9.º, pero esto no me relaja”

bida en los dos ensayos libres y la sesión de calificaci­ón, en su buen ritmo, que le hace estar “listo para luchar por la victoria”, y, sobre todo, en la debilidad de su rival.

Ver tan retrasado a un Dovizioso de aspecto derrotado, que acabó 9.º a un segundo del crono del catalán, y saber además que “hay tres o cuatro pilotos –Zarco, Pedrosa, Lorenzo– que tienen mejor ritmo que él” hacen que se sienta tranquilo. Y ya si le hubiese visto el rostro de desánimo, alicaído, tristón, y hubiese escuchado sus palabras desesperan­zadas, el catalán prácticame­nte se vería campeón. “Sonrío, estoy contento, y estaría más preocupado si él estuviera en la pole y yo 9.º, pero esto no me puede relajar. Tengo que seguir con la misma intensidad, el mismo estilo. Y después del warm-up tendré que valorar cómo afronto la carrera. Soy consciente de que las primeras vueltas estaré un poco más tenso de lo normal, intentaré coger el ritmo y encontrarm­e cómodo”, se aconseja Márquez.

En la trinchera italiana imperan el abatimient­o y el desaliento. La prensa transalpin­a da por perdida la última batalla. “Se complica la misión imposible de Dovi”, comentaban los periodista­s desplazado­s a Cheste. Y Andrea, con gesto grave, no parece creer demasiado en milagros. “Ya era bastante imposible antes de llegar aquí, y sigue igual. Se mantiene el bastante, no están pasando cosas inesperada­s, y tampoco estoy entre los más rápidos”, admite el de Forlì, que no espera que Márquez cometa ninguna estupidez. “Es bueno gestionand­o, y cuando tienes la velocidad de tu parte aún es más fácil. Marc no es nada estúpido, lo ha demostrado durante su trayectori­a, y más aún este año. No tenemos ningún poder sobre él, así que me tengo que centrar en ser rápido e intentar ganar”, dice el italiano, más

“Ya era bastante imposible antes de llegar y sigue igual; no pasan cosas inesperada­s y no soy de los más rápidos”

por inercia que por convicción.

Su única esperanza es una caída del rival, como le sucedió a Rossi en el 2006 en la segunda curva, la Doohan, donde ya se cayó el viernes. Ante ese riesgo, Márquez se impone cautela. “Debo mantener la calma, estar concentrad­o en mi moto, pilotar con cuatro ojos, controlar a los otros, entender qué carrera debo hacer e intentar ser como siempre”. Y Dovi, a ver de qué es capaz. “Saliendo 9.º y sin el ritmo más rápido, no lo veo delante ralentizan­do la carrera”, intuye el de Honda. Más a su favor.

De momento, Márquez ayer ya recibió los primeros regalos: un BMW M4 CS, gentileza de la firma alemana, que premia al piloto con más poles (8 de 18), y la fuerza y ánimos de su hermano Àlex, también con la pole, en Moto2.

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KAI FORSTERLIN­G / EFE Marc Márquez hace el gesto de la victoria justo después de lograr la pole, la octava de la temporada
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