El presidente de Líbano dice que su primer ministro ha sido “secuestrado”
Saad Hariri fue llamado a Arabia Saudí, dimitió y no se sabe nada de él
El misterio envuelve a dos políticos extranjeros en Arabia Saudí que de huéspedes habrían pasado a ser rehenes, aunque todo depende de quién explica la historia. Al acogido presidente yemení, Abed Rabo Mansur Hadi, no se le permite, supuestamente, regresar a su país, y a Saad Hariri, primer ministro de Líbano, que presentó su dimisión hace una semana desde la capital saudí, Riad, tampoco. El presidente libanés, Michel Aun, se reunió el viernes con embajadores y les dijo que Hariri ha sido “secuestrado”, según declaró ayer a la agencia Reuters un alto funcionario.
Michel Aun pidió ayer a Arabia Saudí que aclare los motivos por los cuales Al Hariri no ha regresado a Beirut y dijo que “la oscuridad que rodea las condiciones en que se encuentra Hariri hacen que cualquier cosa que haga o diga no refleje la verdad”. De este modo, el presidente libanés no da por válida la dimisión de un primer ministro cuya figura es esencial para el frágil equilibrio político del país.
Según fuentes próximas a Al Hariri consultadas por Reuters, este recibió una llamada la noche del jueves 2 de noviembre invitándole a una reunión con el rey Salman. El viernes, Al Hariri aterrizó en Riad sin recepción oficial. El sábado fue citado por el príncipe heredero y hombre fuerte Mohamed bin Salman, quien le puso delante una declaración de dimisión que se hizo pública por la noche en la televisión saudí. Hariri había convocado a miembros de su equipo para el lunes en Sharm el Sheik, donde habría un encuentro con el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, pero desde el pasado fin de semana no se sabe nada de él.
El secuestro saudí respondería tanto a los negocios de Hariri en el reino como su posición respecto a Hizbulah en Líbano, que no satisface a Mohamed bin Salman. Hace un año, Hariri formó un gobierno de unidad que incluye a Hizbulah, el poderoso partido chií cuyas milicias son un ejército paralelo en Líbano. Aquello fue producto de una entente entre saudíes e iraníes para mantener Líbano al margen de la guerra de Siria, donde el régimen saudí y el iraní se han enfrentado de forma indirecta, con Hizbulah como principal actor en el eje Damasco-Teherán. Ahora los saudíes estarían rompiendo el compromiso con el pretexto de que Hizbulah está también presente en Yemen en apoyo de los rebeldes hutíes –de confesión chií– apoyados por Irán. Algunos observadores dan a esa presencia una relevancia limitada.
Para los saudíes eso es suficiente como para declarar a Líbano país hostil en tanto Hizbulah siga en el Gobierno. Las elecciones libanesas están previstas para mayo, y la cuestión es qué maniobra preparan los Saud. Las fuentes de Reuters señalan que pretenderían sustituir a Hariri por su hermano mayor, Baha, quien se hallaría en Riad.
El fantasma de Hizbulah sirve a los intereses de Arabia Saudí en su pugna con Irán hasta en cuatro escenarios: Líbano, Siria, Yemen y... Bahréin. En el pequeño reino, considerado un protectorado de los saudíes y de la V Flota estadounidense, una bomba interrumpió ayer el flujo de petróleo en su principal oleoducto. El ministro del Interior dijo que los terroristas actuaban “a las órdenes de Irán”. La mayoría de la población de Bahréin es chií, y en el 2011 sufrió una ola de represión apoyada por el ejército saudí.
La pugna saudí con Irán se extiende a Bahréin, que ve la mano iraní tras la explosión de una bomba en un oleoducto