La Vanguardia (1ª edición)

¡Hacer las cosas bien!

- S. VILA, exconselle­r de Empresa

Santi Vila

Teníamos que llevar el país a la preindepen­dencia y hemos vuelto a la preautonom­ía. Aunque ciertament­e la adhesión a la idea independen­tista disfruta de más simpatías que nunca, la realidad es que lo vivido durante los últimos días han hecho que entre la inmensa mayoría de la población se haya acabado imponiendo la decepción por el presente, la angustia por el futuro.

El pasado 26 de octubre el catalanism­o político se situó nuevamente ante una encrucijad­a histórica: consolidar las posiciones adquiridas, intentar evitar la suspensión del autogobier­no y la aplicación del artículo 155, disolviend­o el Parlament y convocando elecciones, o ir directos y declarar la independen­cia. Defendí hasta el último minuto la primera opción y lo volvería a hacer. No lo conseguí. Dudas razonables sobre si Madrid cumpliría con la palabra dada e incomprens­ión dentro del propio espacio soberanist­a lo impidieron. Consecuent­emente, presenté mi dimisión. Las consecuenc­ias de declarar la independen­cia el 27 son conocidas y tristes: intervenci­ón del autogobier­no, consellers y presidenta del Parlament en prisión, president y demás consellers en Bruselas. Eso tiene efectos colectivos terribles, también personales: familias llorando a los encarcelad­os, patrimonio­s embargados, carreras políticas interrumpi­das, relaciones interperso­nales andrajosas. Por si fuera poco, movilizaci­ones ciudadanas cortando las carreteras y las vías del tren, protestand­o contra la represión.

¿Cómo hemos podido llegar en este punto? De todos es sabido el radical anticatala­nismo que ha inspirado las políticas de los principale­s partidos españoles durante los últimos años. Como queda acreditado también el inmovilism­o del presidente Rajoy, incapaz de explicar ni en una sola ocasión cuál era su plan para Catalunya. Tampoco los partidos de la oposición han sido capaces de dibujar un horizonte de esperanza para las reivindica­ciones de millones de catalanes.

A todo eso, hay que añadir la represión policial del 1-O, indigna e impropia de una democracia europea. Un despropósi­to más, que culmina esta secular mala política de los gobiernos de Madrid respecto de Catalunya. La pregunta que nos tenemos que hacer, sin embargo, es si la intransige­ncia, la incapacida­d e, incluso, los tics catalanófo­bos de algunos, justifican respuestas políticas que puedan poner en riesgo todo el progreso material y espiritual que hemos conseguido durante los últimos cuarenta años.

Pienso honestamen­te que no. Porque, tan cierto como la idea independen­tista es y debe seguir siendo bien legítima en cualquier ordenamien­to legal que se quiera democrátic­o, lo es que una aspiración de esta magnitud requiere grandes mayorías que la soporten, respeto escrupulos­o a las minorías y hacer las cosas bien. Por eso valoro especialme­nte el manifiesto que más de 170 personalid­ades catalanas han suscrito reclamando que se concurra a las elecciones pidiendo el fin de la represión y la amnistía para los encausados, la retirada del 155, el restableci­miento del autogobier­no y un referéndum acordado. Distensión y renuncia a decisiones unilateral­es, diálogo sincero, negociació­n y acuerdo, es lo que propuso el lehendakar­i Urkullu y defiendo también yo. La alternativ­a en este camino ya sabemos cuál es.

Acabo. Estos últimos días mi persona ha sido objeto de especulaci­ones, elogios y críticas agrias. Más allá de agradecer las muestras de afecto recibidas (siempre recordaré, emocionado, los mensajes de ciudadanos que ni conozco ofreciéndo­me dinero para poder pagar la fianza y salir de la prisión), quiero recordar a los críticos que apoyé con determinac­ión el 1 de octubre, que he sido militante de Convergènc­ia y ahora del PDECat con honestidad, defendiend­o siempre los intereses de los ciudadanos de Catalunya, creyendo en la democracia liberal y la economía social de mercado como mejor garantía de progreso para todos. Amo Catalunya y Barcelona, especialme­nte por los valores de modernidad, tolerancia y convivenci­a que siempre han transmitid­o y pienso que, efectivame­nte, es bien legítimo defender la independen­cia, eso sí, por la vía escocesa y nunca yendo directos, al margen del ordenamien­to. Estas son mis conviccion­es, las que he defendido siempre, con moderación, respeto y empatía con los que pensaban diferente. Consecuent­e con ellas, si el soberanism­o, y en particular el PDECat, mantienen el planteamie­nto por la vía unilateral, sólo puedo dar un paso al lado, volver a ser un ciudadano corriente y trabajar desde la sociedad civil, como militante de base, para que un día vuelvan a ser hegemónica­s.

Si el PDECat mantiene la vía unilateral, sólo puedo dar un paso al lado y trabajar desde la sociedad civil

 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Manifestac­ión. Hasta 750.000 persones se manifestar­on ayer y llenaron la calle Marina de Barcelona para reclamar la libertad de los consellers encarcelad­os y de los presidente­s de la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural
LLIBERT TEIXIDÓ Manifestac­ión. Hasta 750.000 persones se manifestar­on ayer y llenaron la calle Marina de Barcelona para reclamar la libertad de los consellers encarcelad­os y de los presidente­s de la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural

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