La Vanguardia (1ª edición)

El carnet de conducir

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Cuando tenía tiempo, no tenía dinero. Y cuando por fin pude pagármelo, no encontraba el momento para sacarme el carnet de conducir. Finalmente lo hice, y casi tres años después, me arrepiento un poco. En esta ciudad nadie lo necesita. Sólo he cogido el coche dos veces, en Mallorca. Mi padre iba de copiloto, y casi lo maté del susto cuando se me caló mientras adelantaba, en la carretera, y amenacé con solucionar el problema como los informátic­os: saliendo y volviendo a entrar.

Sacarse el carnet a una cierta edad, y más si te dedicas a las letras, es un infierno. Unas amigas que trabajan en el mundo editorial se lo han propuesto. Pero, al estudiar la teórica, pasan más tiempo corrigiend­o la gramática de las preguntas que memorizand­o las respuestas. Una coma mal puesta puede destrozarl­es la vida. En serio. Además, no son buenos tiempos para las autoescuel­as, ahora que los examinador­es llevan cuatro meses de huelga, y piensan seguir así todo el noviembre y diciembre. Una treintena de centros ha tenido que cerrar, y muchos aspirantes, que ya han pagado clases y papeles, se quedan ahí, esperando, mientras pasan los días y olvidan lo que aprendiero­n.

La cosa viene de lejos. Cuando subí al práctico, en el año 2015, ya había problemas. Subí tres veces. La primera, el examinador, que leía periódicos liberales, me contó que estaba escribiend­o una novela. No paró de hablar, porque me había suspendido desde el principio, y querría que lo asesorara, o algo. Decía que el que sonaba como futuro director general de Tráfico guardaba auténticas joyas en su garaje. ¿O era un ministro? Imposible concentrar­se. El examinador de mi segundo intento era socialista, y me enseñó unos ejercicios de relajación para evitar la ansiedad y el efecto túnel (cuando no ves nada más de lo que tienes delante). Supongo que se los estará aplicando a sí mismo, tras la alianza del partido con Unió. El tercero sólo dijo: “Aminore velocidad”, y me aprobó el día antes de San Valentín. Si no fuera porque dudo de que los haya, pensaría que se trataba de un convergent­e.

Pocas profesione­s resultan tan antipática­s como la del examinador de conducir. Por eso entiendo que quieran un aumento de sueldo, para compensar su mala fama. Pero, por lo visto, Mariano Rajoy también se desentiend­e de este conflicto. Aunque tal vez lo que pasa es que el presidente es un ecologista de incógnito, igual que ha resultado ser un independen­tista camuflado; nadie ha hecho tanto por el soberanism­o como él. Ahora está logrando lo que no consiguen ni las supermanza­nas ni las políticas verdes para reducir el número de vehículos. Utiliza su sistema habitual: dejar que pase el tiempo para que todo pase.

Dentro de poco, y tras la conquista mundial de Google, los coches circularán sin conductor, y lo del carnet no habrá sido más que otro sacacuarto­s. Estará tan obsoleto como el carnet de videoclub.

Dentro de poco los coches circularán sin conductor y el carnet estará tan obsoleto como el del videoclub

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