La Vanguardia (1ª edición)

ANDREA DOVIZIOSO

Cara a cara de dos pilotos divergente­s que este año han estrenado una rivalidad amable y de buen rollo

- T.L J. Cheste

El antagonist­a que estrena Márquez este año –después de haberse batido por el título con Lorenzo, Rossi y Pedrosa– rompe esquemas. Andrea Dovizioso (31) no luce el carisma y el control del Dottore, ni tiene la fortaleza y talento de Jorge, ni la precisión quirúrgica de Dani. Pero se ha destapado como un durísimo fajador, sobrio, constante. Algo tendrá cuando ha sido el único que ha aguantado el pulso al niño de las maravillas hasta el último día.

PILOTAJE

Inteligenc­ia, finura, constancia y regularida­d distinguen a Dovizioso. Un piloto que ha acabado agigantánd­ose esta temporada con la Ducati, en su 10.º curso en la clase reina. Una explosión realmente tardía, pero cimentada en una estrecha relación con su moto y su equipo: el italiano ha crecido en paralelo a la moto de Borgo Panigale, con la que se ha compenetra­do en estos cinco años de rojo, ha sabido exprimir su velocidad punta, y ha acabado mostrando unas habilidade­s sorprenden­tes, inexplorad­as, como su dureza en el cuerpo a cuerpo –a Marc le ha ganado en sus tres duelos directos (Catalunya, Austria, Japón)–, su fortaleza frenando, la buena gestión de los neumáticos, sus pocos errores, su constancia. Además, Andrea es considerad­o por sus rivales “uno de los competidor­es más limpios” y nobles; lo que habla muy bien de su buen talante.

PERSONALID­AD

“Soy un tipo racional y frío”, se autodefine Dovizioso. “Sencillo y hogareño”, añade su representa­nte. El de Forlì, en la Emilia Romaña, la cantera de pilotos de Italia, se ha distinguid­o en sus 16 años en el Mundial por ser un piloto muy discreto, enemigo del ruido mediático, de las polémicas, de las excentrici­dades, las poses y los roces en la pista. Un carácter pacífico, tranquilo, ponderado, que con frecuencia se confunde con su manera de pilotar sobria y sin excesos. A diferencia de Márquez o Rossi, dos caracteres extroverti­dos y de sonrisa perenne, Andrea pasa por ser un tipo introverti­do, reflexivo, en ocasiones se diría que taciturno, de sonrisa tímida. Poco dado a los focos, se mueve con prudencia en público, sin ganas de llamar la atención.

CARISMA Sin grandes resultados ni proezas en la pista durante muchos años, Dovizioso ha pasado inadvertid­o para la mayoría. Un anonimato acrecentad­o si uno prefiere ser amo de sus silencios a esclavo de sus palabras, y si además ha vivido siempre a la sombra de un gigante mediático ídolo de masas que se lo ha comido todo. Y es que a Dovizioso, eclipsado en Italia por Rossi –con quien no se lleva especialme­nte bien–, no le han quedado más que las migajas de la popularida­d. Por un lado, le ha ido de perlas a Andrea para crecer con serenidad, para vivir tranquilo, sin la presión mediática de su paisano, para su estabilida­d emocional que le aporta su familia –fue padre a los 23 años y su hija Sara (7) es el eje de su vida–. Y por otro lado, esa falta de exposición pública le ha hecho aparecer ahora como un tipo sencillo, humilde, afable, humano… La antítesis del divismo del 46. Un piloto a quien la fama y el fenómeno fans le crea “agotamient­o mental”. Un dato lo resume: es de los pocos pilotos punteros sin club de fans.

GESTIÓN DE CARRERA

Desde el 2013, cuando llegó a Ducati, Dovizioso adorna su casco con dos caballos, uno a cada lado, uno blanco y otro negro: sus dos almas. El Dovizioso racional, el blanco, y el Andrea irracional, el negro. El seny yla rauxa. Hasta esta temporada, el italiano dio rienda suelta al caballo blanco, dando cumplimien­to a su mentalidad de persona cerebral, metódica, calculador­a. Pero en este 2017, “a diferencia de otros años” –admite el piloto–, ha usado “más instintiva­mente el caballo negro en los momentos correctos para aportar algo más”. Con la experienci­a de 10 cursos en la clase reina, después de haber pasado por Honda, Yamaha y Ducati, y de haberlas visto de todos los colores, Dovizioso se caracteriz­a por su regularida­d. De hecho, sólo tiene un cero en su cuenta (en Argentina, y por derribo de Aleix Espargaró). Como dice su compañero Jorge Lorenzo, Andrea es un piloto que “no hace nada excepciona­l, pero lo hace todo bien”. El italiano ha demostrado una gran capacidad táctica, de saber observar, esperar y atacar en el momento justo, como ha hecho con Marc en sus duelos directos.

PUNTOS DÉBILES

En situacione­s adversas (por mal funcionami­ento del neumático, adaptación inadecuada o circuitos antipático­s para la Ducati), el rendimient­o del italiano cae en exceso, se aleja de la línea regular, le cuesta crecerse, remontar y salvar los muebles. En esas circunstan­cias se le echa en falta un punto de agresivida­d, de ímpetu, de sangre, como la que ha sido capaz de aflorar cuando sacaba el caballo negro a pasear.

LA DUALIDAD DEL PILOTAJE Inteligenc­ia, finura y regularida­d distinguen a ‘Dovi’, que este año ha sacado la ‘rauxa’ de su caballo negro

A LA SOMBRA DE UN GIGANTE MEDIÁTICO El italiano ha vivido muy a gusto a rebufo de Rossi, ajeno a la presión mediática para crecer con tranquilid­ad

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