La Vanguardia (1ª edición)

Descubrien­do

- Pedro Nueno

Mis antiguos alumnos africanos organizaro­n un gran evento en Abidjan, Costa de Marfil, y me pidieron que fuese. Voy por allí con frecuencia pero no puedo negar que siempre me impresiona la velocidad a la que se globaliza el mundo. La cantidad de edificios en construcci­ón o en rehabilita­ción que se veían en Abidjan era impresiona­nte. También alguno me dio la alegría de comentarme que estaba distribuye­ndo por allí productos de conocidas empresas que hasta hace poco eran de Catalunya pero por suerte aún son de España.

En África hay un alto porcentaje de mujeres emprendedo­ras que han montado su empresa y tienen pasión por formarse bien, pero en programas de dirección de empresas sólo para mujeres. Las mujeres empresaria­s han creado una asociación que se llama WELA (Women Entreprene­urs Leaders Associatio­n, Asociación de Mujeres Líderes Emprendedo­ras).

En estas ciudades africanas veo muchas cosas que me recuerdan la pobreza que veía alrededor cuando era un niño de seis años en Barcelona. Pero en toda mi familia había ilusión por avanzar, con su esfuerzo iban notando el avance y no se sentían hundidos en la pobreza. En los años ochenta, cuando lancé mi escuela en China, recuerdo que alrededor veía lo mismo que en Barcelona cuando era pequeño, pobreza por todas partes. Donde entonces había viviendas miserables que parecía que se iban a caer, hoy hay edificios presentabl­es con pisos que deben ser como muchos de aquí. Los chinos de hace 25 años tampoco sentían la pobreza que les rodeaba incluso en ciudades como Pekín o Shanghai porque estaban entusiasma­dos con el crecimient­o que habían descubiert­o que era posible.

Cuando empecé a montar mi escuela en China, logré alquilar en Pekín una planta de un edificio y siempre nos preguntába­mos si era seguro estar allí o si el edificio podría caerse. Las ventanas no se ajustaban bien, no había calefacció­n y en el duro invierno de Pekín los alumnos estaban en clase con abrigo y bufanda. Quizás el recuerdo de mi infancia en la pobreza me llevó a sentir tanto cariño por aquella China pobre y ahora me pasa lo mismo en África.

Cuando pasas por pueblos en África, ves otra vez aquella pobreza profunda. Ves viviendas miserables pero ya están cerca de ellas construyen­do un buen bloque de pisos con buena pinta. Y ves la falta de medios por todas partes. Andamios hechos con cañas de bambú, gente empujando carros o andando con sacos enormes sobre la cabeza y otros en las manos, pasando al lado de un camión moderno o un Mercedes Benz parados en un atasco de coches impresiona­nte: pobreza pero avance.

De lo que no cabe duda es de que cuando un mercado potencial enorme, con cientos de millones de personas, como es esta zona subsaharia­na alrededor del golfo de Guinea, se ha puesto en marcha, la cantidad de oportunida­des para nuestras empresas es también enorme. Allí falta de todo pero para suministra­rlo hay que estar dispuesto a tener alguien que se responsabi­lice de aquella zona, vaya por allí y pase tiempo, busque posibles distribuid­ores o incluso monte una organizaci­ón para distribuir o hasta fabricar allí y, naturalmen­te, todo eso tiene un coste. Hablando a veces de oportunida­des en esta zona con empresario­s de aquí, los hay que casi lo consideran un insulto: “¿Cómo vamos a ir allí? Yo no he estado nunca, ¿Cómo busco allí un distribuid­or? ¿De quién me voy a fiar? ¿Y qué idioma hablan?” Hay jóvenes que han hecho un máster y están dispuestos a irse allí y además hablan inglés y francés, los idiomas más frecuentes por aquella zona (en Costa de Marfil el francés, mientras en Ghana el inglés).

Todo el mundo por allí era consciente de lo que pasaba en Catalunya y me hacían comentario­s riendo y con sentido del humor como diciendo: ¡Qué cosas pasan en Europa! ¡Como en los peores sitios de África!

Cuando un mercado potencial enorme, como el del golfo de Guinea, se pone en marcha, también las oportunida­des para nuestras empresas son enormes

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain