Las bicicletas eléctricas toman la ciudad
Las bicicletas con pedaleo asistido eléctrico se abren paso en la ciudad y atraen a un público transversal
Le llaman la sonrisa eléctrica y se dice de aquella cara que pone todo el mundo que pedalea por primera vez sobre una e-bike y nota como sin esfuerzo el vehículo sube por las calles. La expresión tiene ya un nombre porque son cada vez más los ciudadanos que están apostando por este tipo de transporte en la ciudad. Personas de una amplísima franja de edad, mujeres y hombres que, animados por los nuevos planes de movilidad de los ayuntamientos y la construcción de carriles bici, están cambiando su forma de desplazarse.
El aumento de ventas de bicicletas eléctricas es el primer indicador de estos cambios. El crecimiento en el 2016 en España fue del 60% con respecto al año anterior, y para el cierre de este 2017 se espera un aumento del 50%, explica Carlos Núñez, secretario general de la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (Ambe). Ya no se trata del ciclista de toda la vida, o el perfil de alguien deportista. El incremento llega, sobre todo, de la mano de personas que hasta hace poco ni se habían planteado circular en bicicleta a diario por la ciudad, ir al trabajo, a comprar, y que descubren que con la eléctrica pueden desplazarse sin sudar, sin esfuerzo, sin una vestimenta especial. Una forma de moverse que puede sustituir a la moto o al coche y que, en cambio, no contamina, señala Núñez.
Vitoria, Barcelona y Sevilla son las ciudades en que están liderando este boom, que llega de la mano de los planes de movilidad para luchar contra la contaminación atmosférica y la congestión urbana. Y esta nueva tendencia no sólo se circunscribe a la movilidad sino también a un estilo de vida, que está llegando aquí pero que hace tiempo que se expande en algunos países de Europa. Holanda y Alemania lideran el ranking de ventas, y en Copenhague desde hace un año circulan más bicicletas que coches por las calles.
Cabe explicar, aunque muchos ya lo sepan, que la e-bike no es un vehículo de motor. Es una bicicleta normal a la que se le incorpora una parte electrónica que funciona con el pedealeo. Es lo que se denomina sistema pedelec, es decir, el motor sólo se activa cuando se presionan los pedales actuando como una ayuda, y este deja de funcionar cuando se superan los 25 km/h permitidos. Evidentemente, la mayoría de los usuarios no hace uso de esta asistencia cuando circula en bajada, y funciona con una batería recargable. La potencia del motor ha de ser inferior a 250 W. Aunque no requiere el esfuerzo de una bicicleta normal, se sigue moviendo el cuerpo: sin pedalear la ayuda no funciona.
Pere Cahué, fundador y propietario de Probike, con casi 30 años de experiencia en el mundo de las dos ruedas, deja a sus clientes durante unos días la bicicleta eléctrica para que la prueben antes de decidir si la compran. Todos sus comentarios, explica, convergen en un denominador común, en subrayar “la diferencia brutal en la calidad de vida”. Es mucho más tranquila que la moto y no digamos que el coche, indica, se mezcla la sensación de libertad, velocidad, sostenibilidad y reporta también en un plazo relativamente corto un ahorro económico.
La franja de usuarios, indica, oscila entre los veintitantos y los sesenta años, y no observa diferencias entre mujeres y hombres. De hecho, considera que ellas están marcando tendencia en el uso de estas bicicletas. Y es que, como señala Carlos Núñez, la facilidad de arranque y de pedaleo, de poder subir sin esfuerzo o como si la fuerza de las piernas se hubiese multiplicado está democratizando este tipo de vehículo. Los nuevos planes de movilidad de las ciudades para frenar la contaminación son sin duda un elemento clave en esta nueva tendencia. Aunque los carriles bici pueden tener sus críticas, han permitido minimizar el peligro que supone circular entre coches, animando a muchos a subirse a la bici.
José Enrique Campins, propietario de la tienda Ecitym dedicada exclusivamente a este tipo de vehículo, indica que la bicicleta eléctrica está configurando un nuevo modo de circular por la ciudad, y subraya que entre sus clientes figuran personas de hasta 80 años. De todas maneras, recuerda que hay que ir con cuidado, estar atento a paradas de autobús, salidas de coches de los parkings, a los cruces, y que es importante ir tranquilo. Recordar, en suma, que lo que se hace es circular por la ciudad, no en un parque temático, y que una bicicleta no tiene la misma capacidad de reacción que una moto.
El principal problema de esta nueva tendencia urbana, y también uno de los factores que frenan un mayor crecimiento, son los robos. Estas bicicletas no son baratas –a partir de los 1.000 euros una de calidad–, suponen una inversión ante la que algunos se frenan por la amenaza de la sustracción. En Barcelona se está probando un sistema de aparcamientos seguros que deben reservarse, asimismo se habilitan plazas en los parkings públicos, pero la realidad es que si alguien opta por la bicicleta lo que busca es agilidad y poder llegar hasta la misma puerta de su destino. Por ello,
se ven circulando e-bikes pequeñas o plegables para poder meterlas, si se puede, en cualquier sitio. Es en esta línea en la que trabaja, por ejemplo, la marca Freel, que ha diseñado un único modelo de rueda pequeña y plegable pensado principalmente para el desplazamiento urbano.
Al hablar de Barcelona, el sector agradece a la alcaldesa Ada Colau la extensión de los carriles por la ciudad. La construcción de vías para llegar a las zonas altas también tiene mucho que ver con este progresivo despegue de las e-bikes. Cahué señala que desde el mar hasta la Diagonal la pendiente es razonable, pero si se traza una línea en Travesera de Gràcia el desnivel es muy pronunciado para poder pedalear con una cierta tranquilidad. Y aquí entran en juego estas nuevas bicicletas, que empezaron a llegar al mercado sobre el 2007, pero cuyo uso ha empezado a despuntar hace un par de años.
El uso más común que se les está dando son sobre todo los desplazamientos para ir al trabajo, que en el ámbito urbano no superan normalmente los 4 km, y para hacer recados personales. Como con la bicicleta común, también se ven sillitas de niños en la parte trasera y en Probike comentaban esta semana que acababan de montar una de sus miniebikes con sillita delante y detrás.
También empieza a verse, explica Campins, entre jóvenes universitarios. Jóvenes que hace unos cuantos años se hubiesen apuntado a la moto pero que hoy, sea por seguridad, precio y/o conciencia medioambiental, optan por la bicicleta eléctrica.
Pese a este sustancial aumento, el uso en general de la bicicleta en las ciudades españolas aún representa un porcentaje muy pequeño en relación con el resto de transporte (algo más del 2% en Barcelona). Por ello, se señala que la reciente irrupción de la eléctrica puede ir cambiando estas cifras. Desde el Área Metropolitana de Barcelona se ofrecen subvenciones de 250 euros (hasta las 1.000 unidades vendidas) a los que compren una bici eléctrica nueva que no supere los 1.350 euros.
La convivencia entre coches, peatones y ciclistas no es fácil, pero las cosas van cambiando. La construcción de carriles bici es uno de los principales factores pero, como comenta Pere Cahué, poco a poco se modifican también las percepciones y la gente empieza a ser consciente de que el “bueno” no es aquel que conduce el gran coche.
La sonrisa eléctrica entra en juego. Sólo hace falta fijarse en las calles de la ciudad y ver como algunos pedalean sin apenas esfuerzo sin necesidad de horas extras en el gimnasio.
“Es una gran diferencia en calidad de vida, te desplazas sin nervios, sin esfuerzo y sin contaminar”, señala Cahué, propietario de Probike
“Hay tantos usuarios mujeres como hombres, la bici eléctrica democratiza la ciudad”, dice Núñez, secretario general de Ambe