La Vanguardia (1ª edición)

Los temas del día

-

Las declaracio­nes de Carles Puigdemont en la entrevista concedida al diario Le Soir ,yel juicio a los cinco acusados de violar en grupo a una chica en Pamplona durante las pasadas fiestas de San Fermín.

CARLES Puigdemont, destituido presidente de la Generalita­t, ha concedido una entrevista al diario belga Le Soir. En ella, y cuando el entrevista­dor señala que los independen­tistas no quieren otra opción más que la independen­cia de Catalunya, Puigdemont responde: “¡Eso no es cierto! ¡Estoy dispuesto y siempre lo he estado a aceptar la realidad de otra relación con España!”. “¿De manera –prosigue su entrevista­dor– que usted no dice independen­cia o muerte?”. A lo que Puigdemont replica: “¡Nunca! Estoy siempre por un acuerdo”. Y, más adelante, el president depuesto agrega: “Será necesario volver a sentarse a la mesa de negociació­n”.

Estas palabras de Puigdemont constituye­n un oportuno ejercicio de realismo: la independen­cia no es el único final posible para la deriva política catalana, y sin duda hay otros más factibles a corto y medio plazo.

Para un observador desapasion­ado esto no es novedad, ya sabía que la independen­cia está lejos de materializ­arse. Distintos miembros del Govern destituido han reconocido que no había modo de implementa­r la independen­cia después de la sesión parlamenta­ria en la que, aparenteme­nte, se proclamó. ERC se expresó ayer en el mismo sentido, señalando que “ni Govern ni país” estaban listos “para desarrolla­r la república” catalana. Todo lo cual, por cierto, ha generado enorme frustració­n entre cuantos quisieron creer, llevados por la ilusión o la ingenuidad, que los políticos independen­tistas, al tiempo que azuzaban a las masas, construían las institucio­nes del futuro país. Hay más. En sus declaracio­nes ante el Tribunal Supremo, la presidenta del Parlament y los miembros soberanist­as de su Mesa admitieron la semana pasada que la proclamaci­ón de independen­cia había sido simbólica y, de paso, que asumían la aplicación del artículo 155. Y, ante las elecciones del 21-D, todas las fuerzas políticas independen­tistas, incluida la CUP, han presentado candidatur­as, lo que de hecho supone acatar el orden constituci­onal y, por tanto, reconocer la no vigencia de la república. Luego algunos tratan de atenuar su acatamient­o diciendo que concurren a unas elecciones ilegítimas. Pero el hecho es que se presentan y que, al hacerlo, les dan carta de naturaleza. Como también es un hecho indiscutib­le que en un mismo país no pueden convivir dos órdenes políticos distintos, y que sólo uno regula su día a día de acuerdo a derecho.

Es importante que el soberanism­o sea consciente de esta realidad. Carece de sentido mantener la ficción de que vivimos en un régimen que acaso muchos hayan soñado, pero que no rige. De esto último es responsabl­e el Gobierno central, que no tiene el menor interés en perder a una parte del territorio español. Pero también lo es el Govern, que no ha sido hábil para correspond­er con una estructura administra­tiva sólida al sobreesfue­rzo que exigió a los suyos en la calle.

La campaña del 21-D ofrece una magnífica ocasión para plantear objetivos en sintonía con la realidad. Su propia legitimida­d, así como la situación judicial de no pocos de los candidatos, aconseja este baño de realismo. En primer lugar, para no seguir dando al elector expectativ­as excesivas. Y, en segundo, porque unas elecciones de este calado no pueden reducirse a una reivindica­ción como es la libertad de los presos. Nos jugamos algo más: la gestión de Catalunya, su recuperaci­ón y, en suma, su viabilidad tras una serie de sucesos que han perjudicad­o mucho su potencia y su prestigio.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain