Àngel Llàcer
DIRECTOR TEATRAL
Àngel Llàcer dirige en el teatro Poliorama Un cop l’any, una comedia romántica estadounidense que retrata los encuentros de dos amantes durante 25 años en los que cambian igual de profundamente que la sociedad a su alrededor.
Es la historia de dos amantes durante un cuarto de siglo. Dos amantes que, eso sí, se ven sólo una vez al año, siempre en el mismo hotel. Pero también es la historia de un cambio social profundo, el que se produce a su alrededor durante esos 25 años. Una transformación que hace que esos dos amantes cambien también radicalmente. Es Un cop l’any, una comedia romántica de Bernard Slade que ya triunfó en Broadway en los años setenta y que en 1978 se convertiría en película con Ellen Burstyn y Alan Alda. Y que ahora Àngel Llàcer ha adaptado en el teatro Poliorama a la España que va de la muerte de Franco al año 2000. Un periodo de grandes cambios en los que Josep y Pilar –que así se llaman ahora los protagonistas, como los padres de Llàcer– se reencuentran año a año en un parador riojano, se hablan de sus vidas y familias y van tomando caminos vitales opuestos.
“Me llamaron de la productora Minoria Absoluta y me dijeron que me leyera la obra. La comencé a leer en el Empordà y tras las primeras escenas quería decirles que no. Me parecía una tontería. Pero al día siguiente quise seguir leyendo para poder explicar por qué no la hacía, y la segunda parte de la obra me flipó. Se necesitaba toda la primera parte para que esta tuviera sentido. Lloraba, me reía de estar allí solo llorando... fue muy divertido, emotivo, y quise llevarlo a escena”, cuenta Llàcer en uno de los pocos momentos en los que no tiene un montaje teatral o un programa de televisión.
En Un cop l’any, eso sí, Llàcer es sólo el director: los protagonistas son David Verdaguer y Mar Ulldemolins, dos amantes que se encuentran cada año desde que son veinteañeros hasta que llegan a cincuentones. Porque, cuando se conocen, ya tienen familia. “‘¿Qué hacemos?’, se preguntan. Y se dicen: ‘No renunciemos a esto, quedemos una vez al año en el parador
Llàcer ha trasladado la acción del montaje a la España que va de la muerte de Franco al año 2000
y nos explicaremos una cosa buena y una mala del tiempo sin vernos’. Con esta excusa se van explicando sus vidas, sus hijos, sus familias, a través de seis escenas con varios años de separación. Y vemos cómo su relación de fuera se sustenta en la que tienen ellos a solas, y esta a la vez tiene sentido porque tienen una historia fuera. Ninguna aguantaría si la otra historia de amor no existiera”, explica Llàcer.
Para el director, se trata de una obra “muy delicada, porque no pasa nada, pasan muchas cosas, 25 años, pero no hay una trama agitada, vamos conociéndolos y queriéndolos”. “Entre escena y escena hay unos vídeos, un recorrido musical y de imágenes desde que muere Franco hasta la llegada del año 2000, pasando por ‘À la ville de Barcelone’, el Estatut, Felipe González, Pujol... Ayuda a la identificación y da tiempo a los actores a caracterizarse para ir ganando años”, sonríe. Un recorrido en el que los protagonistas van en sentidos contrarios. “Las mujeres tienen un gran personaje para identificarse. Pilar comienza con veintipocos, casada con un hombre porque le dijeron que se tenía que casar, con hijos, ama de casa. Con la llegada de la democracia decide que debe hacer sus cosas y que no necesita a nadie. Acaba los estudios, trabaja, logra el éxito social y se vuelve una ricachona. De hecho entra en crisis con el marido porque ya no es el jefe de la casa. Mientras, el personaje de David Verdaguer, que vive tranquilo en su podio de hombre blanco, heterosexual y con recursos, se vuelve más reflexivo y acaba apartándose un poco de la sociedad, huye y acaba siendo un tío como yo de aquí a un tiempo: en el Empordà y cultivando la tierra”, ríe.