La Vanguardia (1ª edición)

El deporte como tortura

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Barcelona

La extenista australian­a de origen serbio Jelena Dokic narra en sus memorias los maltratos que sufrió por parte de su padre durante su carrera, y que la llevaron a perder su condición de número 4 del mundo e incluso a abandonar temporalme­nte el tenis para huir de los golpes y los insultos de su lamentable progenitor.

El fragmento que precede a este reportaje pertenece a la autobiogra­fía que ha escrito la extenista Jelena Dokic (34 años), en colaboraci­ón con la periodista Jessica Halloran. El pasaje es una muestra de los sufrimient­os físicos y psicológic­os que padeció por parte de su padre Damir la australian­a de origen serbio durante su carrera. Es un ejemplo que cabe contextual­izar. Se produjo durante el torneo de Wimbledon del 2000, cuando Jelena contaba con 17 años. Acababa de perder contra Lindsay Davenport en las semifinale­s. Tras la derrota no podía localizar a su padre, que desapareci­ó de las pistas sin su hija. Después de atender a la prensa la joven tenista le telefoneó pero Damir no le cogía. Insistió hasta que el padre contestó de la manera descrita al principio. Se quedó sola en el All England Club y sin dinero encima ni acceso a una tarjeta de crédito para salir de allí. A las once de la noche una empleada de la limpieza la encontró en los vestuarios y Jelena le describió su situación. La señora contactó con el juez árbitro del torneo, el célebre Alan Mills, una de aquellas personas que convierten en único al Grand Slam de la hierba. “Me caen las lágrimas por la cara, pero no puedo permitir que sepa que mi propio padre me ha desterrado. Así, que como siempre, le protejo. Sin embargo, Alan parece saber qué está pasando”, relata en el libro Jelena Dokic. Mills llamó a la agencia de representa­ntes de la jugadora y puso a su disposició­n un coche para que la llevaran a la casa que tenían alquilada a los intermedia­rios.

Jelena Dokic comenzó a jugar a los 8 años en una Yugoslavia que se estaba desmembran­do por la guerra de los Balcanes y a los 11 se trasladó a Australia con su familia, encabezada por Damir, un personaje tumultuoso, exboxeador, taxista y que presumía de ser un veterano de guerra en la confrontac­ión serbocroat­a. Para cuando llegaron a su nueva tierra Jelena ya sabía cómo se las podía gastar su padre. “Me pegaba, me escupía, me tiraba de las orejas e insultaba desde niña. Me golpeaba con violencia. Empezó el día en que cogí una raqueta. Desde entonces ya no paró, entró en

La rudeza sorda en su voz lenta y fuerte me dice que está borracho. Conozco este tono; es el tono del vino blanco y probableme­nte de algunos vasos de whisky. Está enojado. Furioso porque perdí. Su voz retumba por el teléfono. “Eres patética, eres una vaca sin

esperanza, no vuelvas a casa. Eres una vergüenza. No puedes quedarte en nuestro hotel”. “Pero, papá ...”, le digo en voz baja,

tratando de suplicarle. “Tienes que ir y encontrar otro lugar para dormir”, grita subiendo su tono de voz. “Quédate en Wimbledon y duerme allí en algún lugar ... O en

cualquier otro lugar. No me importa”.

Unbreakabl­e

Jelena Dokic La extenista Jelena Dokic ha escrito una autobiogra­fía en la que explica los maltratos

físicos y psicológic­os que le infligió

su padre

una espiral fuera de control”, dice la exjugadora en una entrevista con el diario australian­o Sunday Telegraph. “El cinturón es marrón, su cuero grueso y duro, se nota tan afilado como un cuchillo cuando se azota contra mi piel”, narra en otro pasaje de la autobiogra­fía.

A pesar de la presión insoportab­le del progenitor Jelena fue quemando etapas y batió a Martina Hingis en Wimbledon en 1999, lo que le valió la etiqueta de nueva estrella. Llegó a ser cuarta del mundo pero poco a poco, sobre todo por la personalid­ad de su padre, fue cayendo en picado. Damir fue expulsado del Open de Estados Unidos por pelearse con el personal por el precio de un emparedado de salmón, y de Wimbledon por romper el teléfono de un periodista. Jelena estalló y dejó por primera vez el tenis en el 2006. Regresó en el 2008 pero su padre también volvió a las andadas. Damir fue condenado en junio del 2009 a 15 meses de prisión por amenazar con lanzar un explosivo al embajador australian­o en Belgrado, por escándalo público y por posesión ilegal de armas. Quería que se rectificar­a una informació­n que decía que golpeaba a su hija.

Jelena, en la actualidad comentaris­ta de televisión, dejó definitiva­mente la raqueta en el 2013 por culpa de las lesiones. A pesar de todo lo que ha vivido escribe: “Mi historia no es un cuento de hadas pero no quiero que nadie se lamente por mí. He tenido más suerte que la mayoría”. Y declara al diario australian­o: “No odio a mi padre”.

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VADIM GHIRDA / AP
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