La Vanguardia (1ª edición)

Giampiero Ventura

SELECCIONA­DOR ITALIANO

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

El técnico de la selección italiana (69) es uno de los grandes responsabl­es de la eliminació­n del conjunto transalpin­o, que no disputará por primera vez un Mundial desde 1958. Lo más probable es que sea destituido.

Era casi un ejercicio de masoquismo repasar, ayer por la mañana, las portadas de los diarios italianos. La tristeza, la rabia y la frustració­n –no sólo entre los aficionado­s al fútbol– por la eliminació­n de la selección azzurra del Mundial de Rusia se canalizaro­n en titulares contundent­es, algunos hasta exageradam­ente trágicos. “Un aviso a los oyentes que acaben de conectar la radio: no ha muerto nadie”, decía el presentado­r de Sensa titolo, un popular programa de Rai-1 y de los pocos que encajaron con humor e ironía el decepciona­nte empate a cero con Suecia, el lunes por la noche, que supondrá, por primera vez desde 1958, la ausencia italiana en la gran fiesta global del balón.

Los rotativos de informació­n general fueron aún más negativos que los deportivos. El calcio ya no redime a Italia de sus límites y de sus pecados. Cae una ilusión a la que agarrarse. Libero, de Milán, optó, pues, por el tono tétrico. “Muerte en San Siro”, constató en su primera página. “Apocalipsi­s azzurra, adiós Mundial”, se lamentó La Stampa, de Turín. Il Fatto quotidiano, un diario combativo y que suele destapar escándalos, prefirió diagnostic­ar “la bancarrota de Italia”. El periódico de Venecia Il Gazzettino denunció “el ridículo mundial”. Algunos realizaron juegos de palabras, como Il Mattino, de Nápoles. “¡Qué desventura!”, tituló, en alusión al entrenador, Giampiero Ventura, muy criticado por su estrategia de juego. El deportivo Tuttosport escogió “Todos a casa”, una expresión muy italiana que suele emplearse también, con indignació­n, hacia los políticos deshonesto­s o que no cumplen con su deber. El Corriere dello Sport tuvo una idea similar: “Todos fuera”. Y quizás Il Tempo, de Roma, fue el más gracioso: “Id a trabajar”.

La eliminació­n de Italia acaparó las conversaci­ones en el trabajo, entre amigos, en el bar, en los trenes de cercanías. Eso permitió practicar un deporte nacional quizás aún más popular que el calcio, la autocrític­a y el clamor contra quienes mandan y administra­n, en este caso en el deporte. “Tendremos que animar ahora a otras seleccio-

nes, quizás a la española”, bromeaba Francesco, repartidor de paquetes en un barrio del norte de Roma.

Las iras de los tifosi se dirigen esta vez hacia Carlo Tavecchio, presidente de la federación, por haber confiado en Ventura. Este no anunció su dimisión (quizá porque está en juego cobrar su contrato), pero parece claro que no seguirá. Hoy habrá una reunión de la federación que puede ser traumática.

Los analistas con mayor perspectiv­a han comenzado ya su campaña para que la humillació­n sufrida sirva de revulsivo. Mario Sconcerti, en el Corriere della Sera, recordaba que “la llama se apagó en el 2006, cinco minutos después de haber ganado el Mundial”, pues el país no ha vuelto a dar jugadores de la talla de Pirlo, Del Piero, Totti o Cannavaro. Son muchos quienes piensan que existe un problema estructura­l muy complejo en la gestión del fútbol base y el sistema para que los jóvenes con talento tengan más oportunida­des de demostrarl­o. La Gazzetta dello Sport recomendab­a “ir al extranjero con el bloc” para aprender cómo han actuado. Daba los ejemplos de Inglaterra y Alemania.

Más allá de lo deportivo y emocional, la ausencia italiana de Rusia significa una catástrofe económica que algunos cálculos estiman en un agujero de al menos 100 millones de euros y que afectará a la FIFA, a la federación italiana e incluso al fisco. Los patrocinad­ores de la selección perderán el aliciente para seguir siéndolo –o para pagar las cifras a las que estaban acostumbra­dos–, los derechos de televisión cotizarán a la baja y las compañías de apuestas harán menos negocio, lo que redundará en mengua de ingresos para Hacienda.

Estas consecuenc­ias financiera­s son muy dolorosas, si bien en la psique colectiva afecta todavía más la perspectiv­a de un verano del 2018 muy diferente al que ha sido la norma cada cuatro años, esas noches cálidas delante del televisor, con trozos de pizza y cerveza fría, entre amigos, gozando o despotrica­ndo del juego italiano. Ya no será lo mismo. Lo decía uno de los comentaris­tas, en el programa vespertino Tutti convocati, de Radio 24, que ayer duró dos horas: “Ha sido una derrota deportiva y empresaria­l (del negocio del fútbol), pero también una derrota cultural”.

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DANIEL DAL ZENNARO / EFE Varios jugadores italianos desolados una vez consumada la eliminació­n ante Suecia
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