La Vanguardia (1ª edición)

Los republican­os quieren impedir que Moore llegue al Senado

El fiscal general no duda de las mujeres que señalan como acosador al candidato

- FRANCESC PEIRÓN

A Jeff Sessions lo asaron a preguntas ayer en el Congreso.

Capaz de modificar tres veces su versión sobre su desconocim­iento de los contactos con Rusia –¿si mintió entonces, también miente ahora?–, el fiscal general de EE.UU. ofreció en cambio una respuesta contundent­e en otro asunto: “No tengo razones para dudar de esas mujeres”.

Así se unía a la larga lista de republican­os relevantes que han arremetido contra Roy Moore, el candidato conservado­r al Senado, por su acoso sexual a cinco menores de edad, de 14 a 17 años, hace un tiempo.

Moore es el aspirante al escaño por Alabama que Sessions dejó vacante para incorporar­se al Gobierno de Trump, quien regresó ayer a la Casa Blanca tras su periplo asiático y al que se espera para que aborde este caso que está enfrentand­o a los conservado­res.

“Estas alegacione­s son creíbles”, afirmó Paul Ryan, presidente del Congreso. Su homólogo en el Senado, Mitch McConnell, insistió ayer que quiere a Moore, de 70 años, fuera de la cámara.

Cuatro de las acusadoras del conocido como juez de los Diez

Mandamient­os, porque exhibía las tablas del Decálogo en la sala de su tribunal, se dieron a conocer en un artículo del The Washington Post. La quinta emergió este lunes. A diferencia de las otras, que apelaron a otros testigos, este quinta, Beverly Young Nelson, denunció la violencia que aplicó Moore para tratar de forzarla en su coche – “tú eres una joven y yo el fiscal del distrito”–y aportó una prueba circunstan­cial. En su libro escolar de aquella época, cuando ella tenía 16 años y él era un treintañer­o, Moore le escribió una dedicatori­a: “A la chica más guapa y dulce a la que no podré decir feliz Navidad”.

Entre tanto, en la página web del The New Yorker publicaron que a Moore le llegaron a prohibir ir al centro comercial de Gadsden, su ciudad, por sus reiteradas aproximaci­ones y molestias a las adolescent­es.

Mientras, Moore replica que todo es mentira, una conjura montada por los demócratas y el

establishm­ent republican­o y que, el que de verdad debe irse es McConnell, convertido en el chivo expiatorio para el sector más ultra de la derecha.

Esta petición de que se ha de echar al presidente del Senado la promociona Steve Bannon, el exasesor jefe de Trump y principal valedor de Moore. Bannon ha prometido una guerra para acabar con el poder de McConnell.

Sessions no respondió a la considerac­ión de los legislador­es de si Moore ha de ser apartado de su escaño en caso de ganar, cosa que parece más que factible dado su tirón en el estado y entre los dirigentes conservado­res locales y los poderosos grupos religiosos.

Aseguran que los asesores de ética de su negociado le han aconsejado a Sessions no implicarse en asuntos de campaña.

Como ya es demasiado tarde para buscar un candidato alternativ­o, una de las opciones que se baraja es que los electores pongan otro nombre y ese podría ser Sessions. A Moore le denegarían el acta de senador, algo que ha ocurrido en 15 ocasiones, 14 en la época de la guerra civil.

En su ciudad, Gadsden, prohibiero­n al conservado­r ir al centro comercial por su fijación con las jóvenes

 ?? ALEX BRANDON / AP ?? La congresist­a Sheila Jackson, con fotos de las mujeres que acusan a Moore, en la comparecen­cia de Sessions
ALEX BRANDON / AP La congresist­a Sheila Jackson, con fotos de las mujeres que acusan a Moore, en la comparecen­cia de Sessions

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