El Kurdistán acata la invalidación de su independencia por el Supremo
Irbil quiere que la Constitución sea aplicada en su integridad y no a la carta
El Gobierno del Kurdistán ha enterrado sin ruido la independencia que no llegó a proclamar. En su sigiloso retorno al redil de la Constitución federal, la Región Kurda de Irak (RKI) emitió ayer un escueto comunicado en el que acata el dictamen del Tribunal Supremo, que hace una semana declaró inconstitucional cualquier intento de secesión. Hace dos meses, el mismo tribunal había ordenado la suspensión del referéndum de independencia convocado unilateralmente por la región kurda. Este, sin embargo, siguió adelante y el 25 de septiembre el sí obtuvo una aplastante victoria en la RKI y en las zonas adyacentes bajo su autoridad.
En cambio ahora, tras la pérdida de dichas zonas en disputa –singularmente de la petrolera Kirkuk– y de un baño de realidad geopolítica, los kurdos optan por “el marco legal y constitucional” como “punto de partida para un diálogo nacional que resuelva las disputas pendientes mediante la aplicación de todos los artículos constitucionales”.
El matiz es importante, porque para Irbil, tan constitucional es el artículo 1 –relativo a la unidad de Irak– como aquellos otros que articulan el carácter federal del Estado. Singularmente aquellos cuyo repetido incumplimiento por parte de Bagdad están en el origen de la disputa. Léase, los relativos al derecho de extracción y exportación del petróleo o al reparto proporcional de los presupuestos generales del Estado. Y sobre todo, el estatus de aquellas áreas tradicionalmente kurdas cuya adscripción a la RKI debía ser objeto de referéndum, previo censo que tuviera en cuenta las deportaciones forzosas y la arabización bajo el partido Baas.
El único modo de preservar la unidad de Irak, considera el gobierno kurdo, es “garantizar las instituciones y los derechos mencionados en la Constitución”.
El primer ministro de la RKI es Nechervan Barzani. Su tío, el histórico Masud Barzani, dimitió como presidente de la región el pasado 1 de noviembre, después de que su referéndum de independencia tuviera un efecto opuesto al deseado.
Hace cinco días, Barzani respondía con frialdad a una pregunta de la CNN sobre los paralelismos entre la situación catalana y la kurda: “Ha quedado claro que las naciones oprimidas no pueden contar más que consigo mismas y que los discursos sobre los derechos humanos, los derechos de las naciones, la libertad y la democracia, no valen nada”.
La aceptación kurda del dictamen del Supremo llega pocas horas después del encuentro en Washington entre el ministro de Asuntos Exteriores del Kurdistán
El Gobierno kurdo cree que la unidad de Irak dependerá del respeto al federalismo de la Carta Magna
iraquí, Falah Mustafa, y Brett McGurk, el máximo responsable del Departamento de Estado en la lucha contra el Estado Islámico. McGurk ha sido de los primeros en aplaudir como “importante por su claridad” el acatamiento e invitación al diálogo de ayer.
Aunque el referéndum tuvo más de un 72% de participación y un 92% de síes, según Irbil, ni la precipitación en su organización –por no hablar de la desigualdad de oportunidades para hacer campaña– ni el escrutinio pueden ser calificados de homologables.
Aunque no hay aún reacción oficial de Bagdad, el Gobierno iraquí había exigido hasta ahora una desautorización explícita del referéndum para iniciar el diálogo. De hecho, el primer ministro Haider al Abadi insistía ayer en que recuperará el control total de las fronteras de Irak –competencia federal– “sin violencia”.