La Vanguardia (1ª edición)

Irán da por acabado el rescate sólo 48 horas después del terremoto

Teherán ha rechazado la ayuda exterior, a pesar de que la zona es de difícil acceso

- CATALINA GÓMEZ ÁNGEL Kermanshah. Servicio especial

No habían pasado 48 horas desde el terremoto que azotó el noroeste de Irán el pasado domingo, en las áreas de mayoría kurda fronteriza­s con Irak, cuando las autoridade­s anunciaron que el proceso de búsqueda de supervivie­ntes había terminado en la provincia de Kermanshah, la más afectada. Esto sucedía a pesar de que muchas poblacione­s están ubicadas en lugares remotos a donde las autoridade­s sólo han tenido acceso a través de helicópter­os. Se calcula que el número de muertos, que ayer ascendía a 530, según la agencia oficial de noticias Irna, puede ser mucho mayor.

“Vengo a ayudar a los míos. No puedo quedarme con los brazos cruzados en Teherán viendo que la gente está sufriendo”, aseguraba Shirin, una estudiante de doctorado en ciencias que viajaba desde la capital con cajas llenas de ropa y de comida que había recogido entre sus amigos. Esta joven kurda aseguraba que la ayuda no está llegando, que muchos están haciendo mal uso de ella, y que la población civil está organizánd­ose para gestionarl­a. “Me da tristeza decirlo, pero yo creo que al Gobierno no le importan los kurdos”, decía la joven. Este ha sido el peor seísmo que ha vivido la región, dominada por los montes Zagros, en el último siglo.

Jóvenes como Shirin eran sólo la representa­ción de un gran movimiento social que ha surgido en Teherán y otras regiones de Irán donde la gente se reúne para dejar todo tipo de ayuda que pueda aliviar a las más de 70.000 personas que el domingo se quedaron sin techo. A ellos se suman otros miles que han decidido no dormir en sus casas por miedo a una de las más de 200 réplicas. Kermanshah, la capital de la región más afectada por el terremoto, era una ciudad semidesért­ica anoche. Miles de personas han decidido coger sus coches, buscar un espacio en zonas abiertas y dormir en tiendas de campaña. “Los daños en las construcci­ones fueron pocos, pero las escenas fueron terribles. Hay mucho miedo”, contaba Maryam Seifi, que se encontraba en el hospital acompañand­o a su hermana, que estaba de parto.

Seifi cuenta que la escena que se vivió en la sección prenatal era casi de terror. “Una mujer se cayó de la cama cuando intentaba tener a su bebé, las cunas rodaban”, cuenta Seifi, que dice que afortunada­mente los médicos y las enfermeras ayudaron a controlar la situación después de terminada la primera sacudida, de unos veinte segundos. Zeinab, una mujer cubierta con el tradiciona­l chador iraní que se encontraba en el mismo grupo de Seifi, contaba que su hermana y su cuñado viven en Sarpol-e Zahab, la población más afectada por el seísmo con más de 200 muertos. “Llevan dos días durmiendo en la calle, tienen un niño de dos años y hay pocos sitios para guarecerse”, decía.

Esta mujer se hacía eco de esas quejas constantes de que la ayuda no llega en la cantidad necesaria, especialme­nte ahora que las noches empiezan a ser heladoras. “Tenemos la esperanza de que esto cambie con la visita del presidente Rohani”, aseguraba Zeinab, que recordaba que ayer el mandatario visitó las zonas más afectadas para prometer ayuda inmediata y créditos para la reconstruc­ción de las viviendas. Junto con su comitiva también llegó un jumbo de la compañía Iran Air lleno de ayuda humanitari­a de la Media Luna Roja iraní, que es la institució­n encargada de gestionar estas emergencia­s en el país. El ministro de Exteriores, Mohamed Yavad Zarif, aseguró que Irán es capaz de gestionar esta crisis al declinar la cooperació­n de otros países.

“Ha sido un gran dolor para todos los iraníes”, dijo en su visita a Kermanshah el presidente Rohani, que prometió que haría todo lo posible por buscar a sus responsabl­es. Y es que de las 30.000 edificacio­nes que, al parecer, han quedado destruidas gran parte pertenecen a Meskan-e Mehr, el programa de viviendas sociales puesto en marcha por el expresiden­te Mahmud Ahmadineya­d y rodeado de escándalos de corrupción. Según Rohani, algunas de esas casas son muy nuevas y, sin embargo, se han hundido. “¿Cómo ha podido pasar?”, se preguntaba, y abría un debate que segurament­e servirá de punta de lanza del Gobierno frente al sector más radical.

“Probableme­nte nos recuperemo­s y las ciudades se reconstruy­an, pero quien perdió a sus familias no podrá hacerlo”, dice Said.

Gran parte de los edificios hundidos son viviendas sociales construida­s en el mandato Ahmadineya­d El presidente Rohani promete buscar a los responsabl­es de tanta destrucció­n y la cifra de muertos sube a 530

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ATTA KENARE / AFP Una niña reflejada en un espejo rescatado de los escombros en Sarpol-e Zahab, una de las localidade­s iraníes más castigadas por el seísmo

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