La Vanguardia (1ª edición)

La verdad (catalana) es un espejo roto

- Juan Carlos Merino

Comparece Artur Mas en Madrid, en el vetusto Club Siglo XXI, y recibe la primera en la frente. El periodista Fernando Jáuregui, que modera una nueva edición del ciclo de debates sobre Catalunya, abre el fuego sin rodeos: “¿Es usted el culpable de todo?”.

El expresiden­te exhibe su conocida mandíbula de acero y, mirando con media sonrisa a su esposa, Helena Rakosnik, sentada en la primera fila, ironiza: “Estoy acostumbra­do a que me culpen de casi todo”.

Mas se encontró en minoría entre el resto de los intervinie­ntes, que ni siquiera coincidier­on en el origen de la tragedia. El también presidente del PDECat situó la chispa que prendió la mecha en junio del 2010, cuando el Constituci­onal emitió su sentencia sobre el Estatut del 2006 y “expulsó del marco constituci­onal a mucha gente que habíamos trabajado dentro de él”. El expresiden­te ya advirtió a la concurrenc­ia, por si esperaban otra cosa, que la partida no ha acabado. “No confundan el objetivo, que sigue perfectame­nte vigente, con si ahora es posible o no. No es un capricho de cuatro gatos o cuatro locos. El objetivo está perfectame­nte vigente”, anunció Mas. Otra cosa es que, admitió, “se está haciendo una reflexión”. Sobre los tiempos.

Otro expresiden­te de la Generalita­t, el socialista José Montilla, retrotrajo el origen de la cuestión a “la campaña del PP contra el Estatut”. Y el presidente del PP catalán, Xavier García Albiol, plantó cara a los dos expresiden­tes: “Con todo respeto, están utilizando una excusa de mal pagador para justificar una situación del todo injustific­able”. “No está diciendo la verdad”, le dijo a Mas, y el ambiente se caldeó. El origen del asunto, para García Albiol, no es la sentencia del Estatut, sino cuando Mas “decide liarse la manta a la cabeza y echarse al monte”, y tras ver negada su demanda de pacto fiscal, gira el barco con rumbo a la independen­cia. Ante tal variedad de posibles orígenes del conflicto, Xavi Domènech, coordinado­r de Catalunya en Comú, se pone lírico y recurre a una vieja expresión catalana: “La verdad es un espejo roto”, traduce al auditorio. En cada uno de los pedazos, anida una verdad.

El catedrátic­o Santiago Muñoz Machado certifica que “independen­cia de Catalunya no va a haber, ni a corto ni a largo plazo, porque no lo va a permitir el Estado”. “Pero puede haber soluciones satisfacto­rias para ambas partes”, avisa. Montilla pone encima de la mesa la reforma constituci­onal, y GarcíaAlbi­ol corta: “Si alguien pretende una reforma constituci­onal para dar satisfacci­ón a los independen­tistas, va apañado”. Y el catedrátic­o Antón Costas tercia que “no se puede acusar al mundo económico de no haberlo advertido, pero no hay peor sordo que el que no quiere oír”.

Mas concitó toda la atención. “Yo no te pido ni un euro”, revela que le dijo a Rajoy cuando demandó un pacto fiscal. Y ante el reclamo de si es el gran responsabl­e del proceso, zanja: “Yo fui el responsabl­e... hasta el 10 de enero del 2016”. El día que, dijo, ejerció su responsabi­lidad.

El expresiden­te Mas anuncia en Madrid que la partida no acabó: “El objetivo está perfectame­nte vigente”

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DANI DUCH Xavier Domènech observa como Mas y Albiol se saludan, al lado de Montilla, antes de empezar el debate
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