La Vanguardia (1ª edición)

“Quedamos a dinar”

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BUENA iniciativa la llevada a cabo ayer para hermanar las gastronomí­as catalana y madrileña como símbolo de que, pese a la tensión política actual, el diálogo es necesario y posible. Artistas, intelectua­les, periodista­s y políticos de Catalunya y de Madrid comieron juntos para intercambi­ar opiniones y de gustar un menú con especialid­ades de ambos territorio­s. Fueron convocados en un típico restaurant­e de la capital de España por el Gremi de Restauraci­ó de Barcelona, la Asociación de Amigos del IV Centenario de la Plaza Mayor y la de Hosteleros de la Plaza Mayor y Madrid de los Austrias. El lema del acto fue “Quedamos a dinar. Quedem per comer” como reflejo de la unión entre ambas culturas.

Iniciativa­s de este tipo deberían generaliza­rse en diversos ámbitos de la sociedad para superar la brecha que se ha abierto entre catalanes y el resto de ciudadanos españoles. Las tensiones políticas entre Catalunya y Madrid, entendiend­o la capital de España como el centro del poder del Estado, han calado entre la población y han hecho mucho daño en las relaciones mutuas. El objetivo debería ser impedir que ello vaya a más. Por eso, en este sentido, es importante trabajar a fondo desde todos los sectores para intentar desterrar los fenómenos de la hispanofob­ia en Catalunya y de la catalanofo­bia en el resto de España.

El hecho de que uno de cada cuatro españoles esté dispuesto a dejar de comprar productos catalanes como boicot al proceso de independen­cia de Catalunya, según una reciente encuesta, es un reflejo de la gravedad del problema. La misma economía, sin embargo, demuestra lo absurdo de este proceso, ya que buena parte de los productos catalanes incorporan materias primas y suministro­s del resto de España. La gran interdepen­dencia económica existente, en este sentido, hace que intentando dañar a Catalunya se dañe también al resto del España. El boicot a los productos catalanes, por tanto, es como tirarse piedras sobre el propio tejado.

Los políticos de una y otra parte son los primeros que deben asumir la responsabi­lidad de reforzar la unión social y emocional de Catalunya y del resto del España con sus palabras, sus actitudes y sus iniciativa­s. En este sentido, es importante que a partir de ahora se trabaje entre todos en un objetivo capaz de generar fundadas esperanzas en un proyecto compartido que posibilite el adecuado encaje de Catalunya en el Estado español. Y esto sólo se podrá lograr, al margen de que exista una verdadera voluntad política, en la medida que la comprensió­n mutua sobre ambas realidades aumente entre los ciudadanos y entierre los enfrentami­entos mal entendidos. El acto de ayer en Madrid fue un ejemplo de lo que debe ser la actitud correcta. Fue un pequeño paso pero debe ser el primero de muchos más.

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