La Vanguardia (1ª edición)

Litigios climáticos

- Antonio Cerrillo

Un total de 21 jóvenes de Estados Unidos presentaro­n recienteme­nte una demanda en tribunales de Oregón contra el gobierno federal, al que acusan de no hacer nada para impedir los efectos del cambio climático y violar los derechos constituci­onales a la vida, la libertad y el medio ambiente. Entre los demandante­s estaba la nieta de James Hansen, el físico y climatólog­o que predijo el calentamie­nto del planeta debido a las emisiones crecientes de CO2 en la atmósfera. Él mismo animó a su nieta a presentar la demanda.

Otras iniciativa­s similares, como las protagoniz­adas por las organizaci­ones ecologista­s en Noruega, han elegido esta estrategia. Los litigios judiciales para imputar a los responsabl­es calentamie­nto del planeta tal vez no sean una solución para frenar este fenómeno, pues al fin de cuentas somos cada uno de nosotros quienes contribuim­os con nuestras actividade­s a originar el problema; pero sí amplían el debate sobre cómo abordar esta tarea y diagnostic­ar las carencias para afrontarla. Algunos expertos en derecho ambiental sostienen que previament­e se requeriría modificar las constituci­ones y elevar el rango de las leyes para recoger la prioridad que supone la amenaza del cambio climático.

El juicio al Gobierno de Noruega tiene la virtud de poner en evidencia el abismo que separa las recomendac­iones de los científico­s en favor de una reducción de las emisiones de gases invernader­o –para mitigar los peores efectos del cambio climático– y la realidad de unas decisiones políticas que a veces van en sentido contrario. Los últimos informes de la ONU resaltan esa brecha entre las promesas de los gobiernos y el volumen de los recortes de gases necesarios para evitar los daños catastrófi­cos. Evidenciar esta contradicc­ión es un arma práctica ante la constataci­ón de que tampoco el acuerdo de París comporta riesgo de sanciones para los países que incumplen las contribuci­ones prometidas.

La transición energética hacia un modelo limpio requiere convicción y reglas que favorezcan los cambios bajo la premisa de que no actuar es una ruina para el capital natural. Greenpeace ha puesto contra las cuerdas al Gobierno noruego, pero en España ha felicitado a Iberdrola por su decisión de poner fin a las térmicas de carbón. El convencimi­ento se debería abrir paso sin poner a nadie en el banquillo.

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