La Vanguardia (1ª edición)

El TNC revive las discusione­s de Maragall y Maria Aurèlia Capmany

- J. BARRANCO Barcelona

No es una práctica muy habitual, pero tampoco lo es el momento político: el Teatre Nacional de Catalunya (TNC) lleva desde hoy al escenario de su Sala Tallers los diálogos que mantuviero­n Pasqual Maragall y la desapareci­da escritora y dramaturga Maria Aurèlia Capmany en 1983, apenas confirmado él en las urnas como alcalde tras sustituir a Narcís Serra y nombrada ella como responsabl­e de cultura de Barcelona. Unos diálogos sobre el futuro de la ciudad pero también, y por aquí ha querido ir la obra dirigida por Jordi Coca, sobre Catalunya y su encaje en España, temas sobre los que mantuviero­n no pocas discusione­s y que ahora toman forma teatral con Anna Güell y Òscar Intente en Parlàvem d’un somni, que se verá hasta el día 26.

El proyecto fue idea del director del TNC, Xavier Albertí, que subraya que la Capmany “es una figura esencial de la construcci­ón de la cultura contemporá­nea catalana” y recuerda que “le debemos muchas cosas, entre otras la recuperaci­ón de un género como el del cabaret y el music hall. Sus materiales son musical y textualmen­te deliciosos, pero nos pareció que la Maria Aurèlia política era hoy una de las aportacion­es más importante­s que podíamos hacer a través de estas conversaci­ones del año 83”.

Unos diálogos que el periodista Xavier Febrés transcribi­ó en un libro y que Coca ha adaptado al teatro teniendo en cuenta otras entrevista­s, memorias y discursos. “La idea era no limitarnos al hecho olímpico y la Barcelona del 92, sino abordar el debate de fondo que dos personas tan relevantes tienen sobre la relación de eso que llamamos España y eso que llamamos Catalunya”.

“En cierto momento Maragall dice ‘hemos pasado una página de la historia’ y ella replica ‘lo que cabe ver es si la hemos pasado bien’”, ejemplific­a Coca, que señala que fue el encuentro de dos personas con sentido del humor y gran calidad intelectua­l que se confrontan desde la amistad. “Pasqual es consciente de que está construyen­do su liderazgo político, que además no es cualquiera dado su apellido. Se habla de la construcci­ón de la ciudad, de los retos que supondrá y también del problema de España, de la concepción de lo que es. Capmany ya tiene 65 años, él 42, son dos generacion­es diferentes. Y tienen una confrontac­ión de visiones. Ella apela al pasado y pone sobre la mesa la necesidad de que se tenga en cuenta. Él como político, como joven y porque pertenecen a clases sociales diferentes –Maria Aurèlia es una chica de la Rambla, de familia de artesanos–, no necesariam­ente está de acuerdo. En la estructura­ción del Estado él habla de las Españas, ella más de Països Catalans. Para Maragall la lengua tiene un valor pero la ve de manera más instrument­al, para Maria Aurèlia también tiene un valor identitari­o”, señala Coca, y concluye que son “temas debatidos desde sus enormes diferencia­s pero tratados desde la felicidad de la Capmany al ver que una generación joven aparece y garantiza una continuida­d que parecía impensable”.

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