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La escena de la danza en Barcelona no será la misma una vez la histórica compañía Senza Tempo, que fundara hace 27 años la pamplonesa Inés Boza junto a Carles Mallol, desaparezca definitivamente. La crisis ha causado estragos en el tejido creativo coreográfico. Las soluciones económicas que ha propuesto la Generalitat para de algún modo seguir ayudando a las siempre precarias compañías de danza no ha tenido resultados muy felices. Especialmente en el caso de Boza, una de las artistas más carismáticas y peculiares, que además fue pionera en la danza-teatro en Catalunya.
Su compañía, que dirigía en solitario desde el 2009 –I.Boza/SenZa TemPo– será recordada por su lenguaje propio, su acercamiento al público, su innovadora creación de atmósferas y una poética que se servía tanto del teatro, la danza, la imagen y la palabra.
Hoy y mañana se la podrá ver en acción por última vez en Barcelona, en la Caldera de les Corts. Una despedida por todo lo alto, pues se trata del proyecto que suma su personalidad a la de la compositora y contrabajista Giulia Valle, que participa con su quinteto en este Edén Club, estrenado en el Sismògraf de Olot y el Grec de este año.
El consagrado bailarín y coreógrafo Toni Mira actúa junto a la propia Boza, Viviane Calvitti, Carla Pérez Mora y Junyi Sun. Cinco bailarines y cinco músicos se abandonan a ese momento de la madrugada en el que un club cierra sus puertas al público y empieza a mostrar otra verdad en su hipnótica pista de baile. Mundos inspirados en el libro de Alessandro Baricco Tres veces al amanecer.
“Como final de fiesta no podría ser mejor”, apunta Boza. “Es un espectáculo que lo hace un equipo que se puede juntar pocas veces, diez pedazo de músicos y bailarines, entre ellos David Pastor (el trompetista de este país) o la propia Giulia Valle, y luego Toni Mira a sus 60 años, o yo misma, mezclados con gente joven”.
“No sé si seré como los toreros que luego vuelven –añade la coreógrafa–,
Su espectáculo ‘Edén Club’ junto al Giulia Valle Group se verá hoy y mañana en la Caldera de les Corts
pero de momento cuelgo la peluca, que no la cabeza. Es decir, cuelgo mi actividad productiva empresarial, pero eso no significa que cuelgue la creatividad o el amor por este arte”.
Boza explica sus problemas con las subvenciones de la Generalitat, “que deberían ser facilitadores y cada vez son más dificultadores”. En su caso la debacle la causó una cláusula de nueva aplicación que le cambiaba el presupuesto y la ayuda cuando ya tenía este último espectáculo en marcha. “Pero es que además las compañías, que hemos creado un tejido profesional y hemos peleado para que la gente esté asegurada y cobre un dinero digno, vemos cómo ahora hay una involución. Ir a taquillaje y no tener a la gente asegurada yo lo llevo mal. No quiero ir hacia atrás, prefiero morir e ir hacia adelante. Porque lo nuestro no son producciones teatrales que en pocas semanas están listas, sino espectáculos de creación que requieren su tiempo, profundidad y trabajo. Y no puedes retroceder en condiciones de trabajo”.
Paralelamente, Boza ha encontrado en la pedagogía y la transmisión de conocimientos sobre el cuerpo y la creatividad todo un campo a explorar. El centro cívico del Besòs ha sido el primer espacio donde desarrollarse en este campo. “Fue así que empecé a entrar en contacto con la gente de la calle y descubrí lo alejada que está de su cuerpo. No es normal que la gente sepa los afluentes del Segura y no cómo funciona la respiración. La vida me ha llevado aquí y he descubierto que eso es más útil que hacer espectáculos”, afirma.
Boza sigue siendo socia de La Caldera, y directora artística del proyecto Tot Dansa que organiza el Institut Municipal d’Educació del Ayuntamiento de Barcelona y el Mercat de les Flors, y que va dirigido a centros educativos de secundaria y bachillerato públicos.