La Vanguardia (1ª edición)

Turquía se va de un ejercicio de la OTAN cuya diana era Erdogan

El presidente turco ordena la retirada de cuarenta militares en Noruega

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

El presidente de Turquía ordenó ayer a los militares de su país que abandonen unas maniobras virtuales de la OTAN en Noruega después de que trascendie­ra que uno de los objetivos del simulacro de guerra era él mismo. El nombre de Erdogan, así como la foto del fundador de Turquía, Mustafá Kemal Atatürk, figuraban bajo el epígrafe de “colaboraci­onista” y “enemigo” en una simulación bélica propuesta el jueves en el Centro Conjunto de Guerra de la OTAN en Stavanger.

Recept Tayyip Erdogan hizo esta revelación ayer, en un discurso ante su partido: “¿Qué clase de alianza es esa?”, exclamó. De la veracidad y gravedad del incidente da fe la inusual disculpa por carta del secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenber­g, que sin embargo descargó las culpas en “un civil” noruego ajeno a la Alianza. El ministro de Defensa noruego también lamentó el incidente, que “se está investigan­do a fondo”.

Turquía es el segundo ejército con más efectivos de la OTAN, organizaci­ón a la que pertenece desde 1952 y en la que desempeñó un papel insustitui­ble durante la guerra fría, cuando tenía frontera con la URSS. Actualment­e, sigue siendo un país en primera línea del frente por su vecindad con Siria, Irak e Irán.

Sin embargo, las tensiones en la relación no han parado de crecer desde el 2013, cuando Erdogan amagó con adquirir misiles tierraaire chinos. Los aliados de la OTAN lograron quitárselo de la cabeza entonces, pero ahora no han podido evitar la compra por parte turca de varias baterías rusas S-400, por 1.700 millones de euros. El cambio de escenario tiene que ver con el fallido golpe de Estado que el año pasado intentó asesinarlo y con el desenlace de la guerra en Siria.

Cabe decir que 750 militares turcos, de un total de 900, que durante la intentona golpista prestaban servicio en la OTAN o en legaciones turcas, están en rebeldía o detenidos o han sido purgados. Noruega, junto a Alemania, es uno de los países que más se ha destacado concediend­o asilo político a estos presuntos golpistas.

Aunque Erdogan evita culpar explícitam­ente a EE.UU. o a la OTAN del conato de golpe, que provocó 250 muertos entre civiles y policías leales, sus medios afines son mucho menos comedidos. Y la mejora de relaciones con los rusos, que están construyen­do una central nuclear en Turquía, es evidente. Esta misma semana, Erdogan se ha reunido con Putin en Sochi para preparar el próximo encuentro en Astaná –con participac­ión iraní– que cierre los flecos de la guerra de Siria.

Asimismo el malestar es mayúsculo en Ankara por la revelación de que cientos de yihadistas habrían sido evacuados de Raqa, última capital del Estado Islámico, en un pacto entre estos y las milicias kurdas y árabes patrocinad­as por EE.UU. Turquía ya fue desangrada en 2015 y 2016 por estos extremista­s, para los que constituye punto de tránsito obligado. Muchos otros atentados han sido evitados este año –el último, hace unas semanas en el mayor centro comercial de Estambul– a costa de cientos de detencione­s de presuntos terrorista­s extranjero­s.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenber­g, pide disculpas y culpa a un civil noruego

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ADEM ALTAN / AFP Erdogan, delante de su retrato y el de Ataturk, ayer en un acto de su partido, el AKP, en Ankara

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