Rajoy y Michel se reúnen para restañar las heridas
La situación de Puigdemont, ausente en una cita bilateral
España y Bélgica intentan pasar página y mirar hacia delante, enfrentadas involuntariamente a una tensa situación diplomática creada por la llegada a Bruselas del expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, y cuatro exconsellers.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, se entrevistó ayer por espacio de 20 minutos con su homólogo belga, Charles Michel, para intentar restañar las heridas en los márgenes de la cumbre social europea celebrada en Göteborg (Suecia). La cita tuvo lugar apenas cinco horas antes de la fijada para que el juez de la Cámara del Consejo de Bruselas tomara declaración a los políticos catalanes para empezar a examinar la petición de entrega remitida por la justicia española. Ni la situación judicial de Puigdemont ni la crisis política catalana, sin embargo, no fue abordada por los líderes, aseguraron ambas delegaciones.
“No hemos hablado del tema, no estaba en la agenda”, aseguró Michel en declaraciones a la prensa. “Intento ser coherente y consecuente. En Bélgica es un asunto judicial y eso significa que sobre la base de la separación de poderes son las autoridades judiciales las que deben tomar una posición”. Para “todo lo demás”, añadió el primer ministro belga en referencia a las tensiones políticas del último mes producidas a raíz de las declaraciones de algunos miembros de su Gobierno, “tenemos canales diplomáticos abiertos al más alto nivel para evitar malentendidos dadas las circunstancias”.
“Los jueces tienen que hacer su trabajo y los ejecutivos el suyo”, afirmó tras la reunión Rajoy, que dio por superadas “absolutamente” las diferencias con Michel. El presidente del Gobierno aseguró que respetará la decisión que la Justicia belga tome sobre la euroorden que pesa sobre algunos miembros del Govern cesado. “Como empecemos a poner eso en tela de juicio, me parece que no vamos por buen camino. Por tanto a mí no me oirán más, sea lo que sea, que respeto y acatamiento a las resoluciones de los tribunales de Justicia”, recalcó Rajoy.
La crisis política catalana se ha convertido, en parte, en una crisis política belga difícil de contener para el primer ministro belga. El partido de Michel es el único francófono presente en el Gobierno a nivel federal, una coalición en la que participan los nacionalistas flamencos de la N-VA. Sus mensajes de apoyo al proceso independentista catalán y la tibia respuesta de Michel, que ha evitado hacer pronunciamientos categóricos a favor de la integración territorial de España como los que se han oido en Francia o Alemania, ha decepcionado a parte de la opinión pública francófona, que no desea la reaparición de las tensiones comunitarias que tuvieron al país sin Gobierno durante más de 500 días hace pocos años.
Michel está satisfecho por la acogida de Madrid a los mensajes que lanzó durante el debate parlamentario mantenido la semana pasada en el Parlamento federal sobre Catalunya y ayer quiso reafirmarlos, sin evocarlos, en su cita con Rajoy. La reunión se centró en las respectivas candidaturas para acoger la Agencia Europea del Medicamento (Barcelona y Bruselas aspiran con hacerse con la nueva sede) y la Autoridad Bancaria Europea, así como la aspiración de Bélgica a conquistar la dirección de Europol, que actualmente desempeña un británico.
Michel pidió a Rajoy su apoyo para Catherine De Bolle. El dirigente español le dijo que “aún se lo tiene que pensar”, explicó el belga. La decisión final del Gobierno no está decidida, explican fuentes diplomáticas españolas, pero sí se sabe que la aspirante belga no está entre sus favoritas. España se plantea más bien votar por el candidato checo, Oldrich Martinu. La decisión se tomará en diciembre. El voto sobre las agencias europeas que deben abandonar Londres como consecuencia del Brexit, que será secreto, tendrá lugar ya este lunes. Michel y Rajoy debatieron también sus ideas sobre la reforma institucional de la Unión Europea, de la que el líder francófono pretende ser promotor.
La estrategia de los líderes de ambos países para contener los daños ante una situación tan delicada como la actual pasa por reclamarse mutuamente respeto para la independencia judicial e insistir en que son sus únicos interlocutores, es decir, que harán como si no oyeran a quienes pretendan enfrentarlos. Difícil, ante la relevancia de las decisiones que puede tomar la Justicia belga y la constante gestualización del apoyo político de la N-VA al independentismo catalán.
El premier belga apela a la “coherencia” para no hablar sobre el expresident España da largas a la petición de Bélgica de apoyar su candidata a dirigir Europol