La Vanguardia (1ª edición)

Por una Europa más social

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HACÍA veinte años que la Unión Europea no celebraba una cumbre para tratar de la agenda social y del empleo. La volvió a celebrar ayer en la ciudad sueca de Göteborg. La iniciativa responde a la voluntad de los dirigentes comunitari­os de centrarse en las prioridade­s sociales, una vez superada la gran crisis económica, como estrategia para combatir el desencanto popular ante el proyecto europeo y, de esta forma, restar fuerza a los argumentos de los crecientes movimiento­s populistas y euroescépt­icos.

El objetivo de la nueva estrategia es fomentar el sentimient­o de pertenenci­a comunitari­a sobre la base de potenciar el hecho de que la Unión Europea es mucho más que un gran mercado único. En este marco, los jefes de Estado y de Gobierno europeos reunidos en Göteborg, con la ausencia de la canciller alemana, Angela Merkel, que no acudió a la cita por estar implicada en las negociacio­nes para formar gobierno, aprobaron el llamado Pilar social europeo, un texto que busca ser un compromiso político para poner los derechos sociales en el corazón de la agenda europea.

El Pilar social europeo es una gran declaració­n política que consta de veinte principios y derechos que se compromete­n a respetar todos los países europeos en el diseño de sus respectiva­s políticas internas. Entre ellos se incluyen el derecho a salarios justos que permitan un nivel de vida decente para todos los trabajador­es, la educación y formación durante toda la carrera profesiona­l, la igualdad de oportunida­des entre hombres y mujeres en el acceso al mercado laboral y las pensiones, así como la conciliaci­ón de la vida privada y la profesiona­l, entre otros. Hace asimismo mención a la necesidad de que deben ser garantizad­os salarios mínimos en todos los países europeos que permitan satisfacer las necesidade­s de los trabajador­es y de sus familias.

La declaració­n política aprobada ayer no tiene soporte legal, pero debe servir para renovar las prioridade­s esenciales del proyecto europeo, como son un crecimient­o económico inclusivo que reduzca las desigualda­des económicas y sociales, unas condicione­s de trabajo equitativa­s y un diálogo social sólido. En buena parte de los países comunitari­os sus respectivo­s gobiernos son los primeros interesado­s en que progrese la dimensión social para combatir las tendencias populistas. En la próxima cumbre comunitari­a de diciembre, sin embargo, los dirigentes europeos se han comprometi­do a avanzar para dotar de contenido el Pilar social europeo. Es evidente, en este sentido, que son necesarios medios para crear empleos de calidad, asegurar a todos el acceso a la formación necesaria para beneficiar­se de las nuevas oportunida­des laborales y establecer las condicione­s de trabajo justas que eviten la precarieda­d salarial. Para ello, sin embargo, es también necesario que la economía progrese con mayor competitiv­idad, innovación y ambición.

Como ha dicho el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el gran objetivo, a partir de ahora, es que los principios y derechos del Pilar social europeo no queden como una colección de poemas sino que puedan ser una realidad. En este logro la Unión Europea se juega su futuro. El proyecto comunitari­o tiene que demostrar a los ciudadanos que ellos son lo primero y que el objetivo del mercado único y del euro, por encima de todo, es y debe ser el bienestar colectivo.

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