La Vanguardia (1ª edición)

El forense que embalsamó a Dalí y vio su exhumación

DURANTE 38 AÑOS FUE EL DIRECTOR DE LOS FORENSES GERUNDENSE­S. TRAS JUBILARSE, SIGUE TRABAJANDO DE PEDIATRA, SU OTRA ESPECIALID­AD, Y TAMBIÉN ELABORA INFORMES PERICIALES

- Figueres

Se pregunta qué interés puede tener lo que cuenta y a quién podría atraer lo que ha vivido. Y lo dice él que participó en 2005 en las tareas de identifica­ción de cadáveres del tsunami del océano Índico en Tailandia y fue en 1989 el médico que embalsamó a Salvador Dalí y presenció su exhumación el pasado julio donde se recogieron muestras de ADN del pintor por una demanda de paternidad. Una trayectori­a profesiona­l de casi cuatro décadas entre cadáveres con casos como el naufragio de L’Oca de Banyoles, en el que perdieron la vida 20 personas, o el accidente del camión patera en Capmany, con 11 inmigrante­s indocument­ados fallecidos.

El doctor Narcís Bardalet (Sils, 1953), especialis­ta en medicina legal y forense, capitaneó durante 38 años el Institut de Medicina Legal de Catalunya en Girona. Unos años en los que se convirtió, sin duda, en el confidente de la muerte. A través de la observació­n y análisis de cadáveres, recompuso incógnitas que ayudaron a esclarecer secretos que a muchos les hubiera gustado haberse llevado a la tumba. Hace dos años y medio, Bardalet se jubiló. ¿Pero en qué términos? Porque su agenda sigue repleta de actividad. Con tan sólo ojear la semana, se ve como prácticame­nte una visita se enlaza con la otra. Bardalet, que también es especialis­ta en pediatría, visita en un centro médico de Figueres. Y no sólo eso. También sigue como perito judicial elaborando informes que, a veces, incluso le suponen viajar a ciudades del resto de España. Antiguos compañeros de trabajo, convertido­s muchos en amigos, le piden informes periciales para sus gabinetes y él no tiene un no para ellos. “No me han dejado jubilar”, ironiza

Asegura que tiene “pasión por la medicina”, por eso aún ejerce. Además, quiere “mantener el cerebro activado” porque cree “firmemente” que cuando una persona se jubila y deja la actividad incluso puede ser “peligroso para la salud”. “Tengo más volumen de trabajo que antes pero ahora soy yo quien rige mi tiempo, quien domina mis pausas. No tengo que ir al galope porque la máquina judicial corre. Mi ámbito de actuación era toda la provincia de Girona. Nunca sabías si habría un homicidio, un accidente... Era muy estresante este engranaje. Ahora yo gestiono mi tiempo y eso me hace sentir libre”, confiesa.

Se considera “afortunado” de haber vivido momentos que forman parte de la historia, aunque atribuye el mérito a la “casualidad” y dice que “siempre que se habla de medicina forense, en el 90% de los casos lleva implícita alguna desgracia”.

El primer destino donde le tocó fue el norte de España, concretame­nte Navarra. “Época nefasta del terrorismo, en la que cada semana había alguna persona muerta”. Ya en la provincia de Girona y con una disponibil­idad de 365 días al año y a cualquier hora, también se encargó en 1994, a petición del fiscal, del reconocimi­ento médico de la farmacéuti­ca de Olot, Maria Àngels Feliu, tras 492 días de cautiverio, o las autopsias de la familia de Serinyà que se tiró al río Fluvià.

Analista de numerosos crímenes y muertes que han quedado en la memoria colectiva, destaca de entre sus vivencias el fallecimie­nto y la exhumación de Dalí. “Lo vi morir. Fue un momento histórico. Se moría una parte importantí­sima de la historia, de uno de los fenómenos de la pintura de nuestro siglo”, recuerda Bardalet, que conoció y visitó al genio ampurdanés cuando estaba enfermo. “Me dijeron que se quería explorar la viabilidad de si era posible embalsamar­lo y así lo acordamos”, comenta el doctor, que explica que se le inyectó un líquido conservant­e en las cavidades arteriales. “Una forma de inmortalid­ad”, añade Bardalet, que 28 años después de la muerte del pintor tuvo la oportunida­d de presenciar en el Teatre-Museu Dalí de Figueres cómo retiraron las muestras de su cuerpo embalsamad­o. “Supe que vivía otro momento histórico. Dalí es momia para siempre. Sus bigotes marcaban las diez y diez”, describe.

Ha aprendido mucho de la muerte, como “lo complicada que es la vida”. En el caso del tsunami de Tailandia, con 230.000 fallecidos, “era una locura, había tantos que la vista no los absorbe”. Ante ello, tuvo que controlar sus sentimient­os y coger distancia: “La inteligenc­ia me tiene que regir, la voluntad me tiene que dar coraje y la prudencia, templanza”, pensó. “Hay que saber relativiza­r la muerte. Mirarla cara a cara. Por el simple hecho de haber nacido, nos moriremos”, afirma.

“Con la exhumación del pintor supe que vivía otro momento histórico; Dalí es momia para siempre” “Tengo más trabajo que antes, pero ahora soy yo quien rige mi tiempo y eso me hace sentir libre”

 ?? PERE DURAN / NORD MEDIA ?? Bardalet, especialis­ta en medicina legal y forense y también médico pediatra, ante el Teatre-Museu Dalí de Figueres
PERE DURAN / NORD MEDIA Bardalet, especialis­ta en medicina legal y forense y también médico pediatra, ante el Teatre-Museu Dalí de Figueres

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