Cs lanza una ofensiva para captar votante metropolitano del PSC
Iceta busca un perfil presidencial para competir por el voto útil constitucionalista
Mientras el candidato del PSC, Miquel Iceta, reivindicaba la posibilidad de un gobierno de un solo partido con apoyos externos, la que se ha convertido en su rival más acérrima de cara al 21-D, Inés Arrimadas (Cs), apuesta por consolidar el cinturón naranja aumentando aún más su presencia en campaña en municipios donde tradicionalmente habían mandado los socialistas.
En los primeros días de campaña Ciutadans ha optado por priorizar su presencia en aquellos municipios donde en los últimos años ha ido ganando terreno al PSC, elección tras elección hasta, incluso, hasta superarlos como primera fuerza constitucionalista. Además de Barcelona y su área metropolitana, se están centrando en ciudades como Granollers, Reus, Mataró o Lleida en las que el naranja liberal ha ido ganando protagonismo al rojo socialista.
La estrategia en este primer tramo pasa por consolidar el espectacular crecimiento experimentado por Cs en las pasados comicios del 27-S, que el independentismo como ahora trató presentó como una suerte de plebiscitarias, pasando de 9 a 25 diputados, y los resultados de las pasadas municipales.
Conservar esa parte del voto del PSC que optó por la papeleta naranja e incluso aumentarlo, con unos mensajes que están incidiendo en la presencia de antiguos dirigentes nacionalistas en la candidatura de Miquel Iceta, en especial su número tres, Ramon Espadaler, exlíder de Unió y conseller de Interior con Artur Mas, así como la posibilidad de que el PSC vuelva a repetir una alianza tripartita con ERC y los comunes.
“Una de las claves del 21-D será volver a amarrar el cinturón naranja y ser de nuevo primera fuerza en la mayoría de esos municipios como en el 2015”, apuntan desde el cuartel de campaña de Ciutadans.
En ese empeño resulta inevitable el choque con el PSC –una pugna que viene desde los orígenes de Ciutadans, partido fundado en el 2006 por intelectuales de la órbita socialista–, si bien Arrimadas ha optado por no dirigir críticas tan directas y centrarse en resaltar que el único “voto útil” para frenar al independentismo y articular una coalición constitucionalista es naranja.
Más duro con los socialistas, con el PSC pero también con Pedro Sánchez y el PSOE, se ha mostrado el presidente de Cs, Albert Rivera, los días que ha arropado a Arrimadas en esta campaña. Un discurso que tiene una derivada en la política española y en las estrategias de Cs en el Congreso. Rivera el martes en Granollers recordó como el PSC fue el impulsor de una reforma estatutaria que ha abrió en canal el debate de la pugna territorial o como José Montilla, a su llega al palau de la Generalitat, “entregó el departamento de educación a ERC”. Ayer en la Ser declaró: “Iceta no es un cambio, es una continuidad de los gobiernos tripartitos”.
En la misma línea, Carlos Carrizosa afirmó en Sant Boi –donde fueron primera fuerza el 27-S– que votar al PSC puede servir para “alargar el proceso independentista” debido a la “tibieza” de Iceta a la hora de aclarar los pactos postelectorales, por lo que le ha instado a definirse antes de la jornada electoral. Y Juan Carlos Girauta, en un mitin en Mataró ante 200 personas, censuró que Iceta, líder de la “sociovergència”, haya afirmado que “no se puede penalizar” a los líderes independentistas que “han dado un golpe de Estado”.
Declaraciones todas con la vista puesta en el día después de las elecciones. Arrimadas necesita obtener la máxima diferencia en número de votos y diputados con el PSC para poder presionarle para que les apoye como la lista más votada entre los constitucionalistas. La balanza de los pactos se podría decantar por un escaño y un puñado de votos.