La Vanguardia (1ª edición)

Cristina Fernández

EXPRESIDEN­TA DE ARGENTINA

- ROBERT MUR Buenos Aires

Un juez argentino ha pedido al Parlamento que levante la inmunidad de la expresiden­ta y hoy senadora Cristina Fernández de Kirchner, a la que acusa de traición y encubrimie­nto en el caso del atentado antijudío de la AMIA en 1994.

Los antikirchn­eristas soñaban con esta noticia desde hace tiempo, aunque no muchos creían que fuese factible. Después de que en las últimas semanas fueran encarcelad­os algunos de sus más estrechos colaborado­res, ayer la expresiden­ta Cristina Fernández (2007-2015) recibió la orden de prisión preventiva por traición y encubrimie­nto en el caso del atentado de la AMIA. Sin embargo, la exmandatar­ia argentina no puede ser detenida porque acaba de asumir un escaño como senadora y goza de inmunidad parlamenta­ria, por lo que el juez Claudio Bonadio, junto con procesar a Fernández por traición a la patria y encubrimie­nto agravado, pidió al Senado su desafuero.

Se trata de la causa más política de todas las que afectan a la expresiden­ta y, además de conexiones internacio­nales, tiene que ver con la misteriosa muerte del fiscal Alberto Nisman, hallado en su casa con un tiro en la cabeza en un aparente suicidio el 18 de enero del 2015. Cuatro días antes, Nisman había denunciado formalment­e a Fernández por encubrir a los altos funcionari­os iraníes sospechoso­s de haber teledirigi­do el atentado antijudío de la AMIA, que en 1994 mató a 85 personas en Buenos Aires.

En rueda de prensa, Fernández calificó de “disparate jurídico” el procesamie­nto y orden de detención y acusó al presidente derechista Mauricio Macri de crear una “organizaci­ón política y judicial para perseguir a la oposición”. La expresiden­ta peronista considera que el gobierno quiere “intimidar, asustar, tapar y provocar” a los opositores. “Macri es el director de la orquesta y, en este caso, Bonadio ejecuta la partitura judicial”, indicó.

Al igual que Nisman, Bonadio cree que el “memorándum de entendimie­nto” que los entonces ministros de Exteriores de Argentina e Irán, Héctor Timerman y Ali Akbar Salehi, firmaron en el 2013 en Etiopía por sorpresa formó parte de un plan para entorpecer la investigac­ión del atentado que tenía por objeto la exculpació­n de los acusados. Por el contrario, Fernández y su gobierno defendiero­n siempre aquel acuerdo como la mejor manera de avanzar en la investigac­ión, puesto que estipulaba que una comisión internacio­nal de juristas se trasladarí­a a Teherán para interrogar a los sospechoso­s, sobre los cuales pesaba orden de detención de Interpol

La denuncia del difunto Nisman, tras una discutida paralizaci­ón, fue reactivada después de la llegada al poder del presidente Mauricio Macri. En cuanto al acuerdo con Irán, fue declarado inconstitu­cional ese mismo 2015 por la justicia argentina y quedó definitiva­mente sin efecto al día siguiente de la asunción de Macri a finales de ese año.

Nisman basó su denuncia en pinchazos telefónico­s donde una serie de personajes kirchneris­tas totalmente secundario­s –Fernández no aparecen en las escuchas– hablan del acuerdo con Irán sin que de ello se desprenda ninguna ilegalidad. El fiscal fallecido considerab­a que el memorándum ocultaba un pacto para que Teherán y Buenos Aires intercambi­aran petróleo por cereales. Sin embargo, muchos analistas consideran ese motivo inverosími­l y apuntan a la posibilida­d de que la agenda oculta incluyera asesoramie­nto o entrega de tecnología nuclear de Argentina a Irán, lo que explicaría la furibunda oposición de EE.UU. e Israel al acuerdo.

Bonadio también ordenó ayer la detención de Timerman, el exministro de Exteriores –aunque permanecer­á en arresto domiciliar­io por estar gravemente enfermo–, Carlos Zannini –exsecretar­io Legal y Técnico de la Presidenci­a y candidato kirchneris­ta a la vicepresid­encia en los comicios del 2015–, de dos

La imputación nace de un supuesto acuerdo secreto con Irán para trabar la investigac­ión de la masacre

violentos líderes piqueteros kirchneris­tas marcadamen­te antisionis­tas, Luis D’Elía y Fernando Esteche, y de Jorge Yussuf Khalil, un referente de la comunidad islámica argentina y al que algunas fuentes señalan como agente iraní.

Este es el cuarto procesamie­nto para Cristina Fernández. En dos de las causas, la expresiden­ta está acusada de delitos de corrupción, con figuras legales como lavado de dinero o asociación ilícita, aunque nunca se había pedido su prisión preventiva.

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GABRIEL CANO / AFP Fernández tomando posesión de su escaño de senadora el mes pasado

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