Domènech también culpa al proceso del auge de los ultras
El verbo duro de Pablo Iglesias no siempre ha caído bien entre sus socios catalanes, que a veces han tenido que correr a matizarlo o incluso enmendarle la plana. Como en el 2015, cuando el líder de Podemos levantó ampollas en un mitin en Rubí al referirse a “la gente de barrio que no se avergüenza de tener abuelos andaluces”.
Esta vez no ha sido así. Xavier Domènech avaló ayer la frase más polémica de Iglesias de esta campaña, la que tanto ha irritado al independentismo, al culparle de haber despertado “quizás sin querer o tal vez buscándolo (...) el fantasma del fascismo”.
El candidato de Catalunya en Comú-Podem utilizó otro tono, pero se reafirmó en la tesis. “Los responsables de las agresiones fascistas son sólo los fascistas”, dijo Domènech en Barcelona. Aquí acabó el matiz. “Pero la unilateralidad –prosiguió– ha desatado una polarización social que ha hecho brotar los fenómenos de extrema derecha (...) No verlo es no ver la realidad de lo que ha ocurrido”.
Los comunes han condenado la respuesta represiva del Estado a la crisis catalana –la violencia policial del 1-O, la aplicación del 155, los encarcelamientos–, pero son muy críticos también con la vía unilateral adoptada por el Govern. Acusan al independentismo de ignorar una mitad de Catalunya, de activar el españolismo, de romper puentes con los pueblos de España. En esencia, de haber dejado a Catalunya (y a España) en un lugar peor de donde estaba.
“Nos dijeron que habría una ola progresista y ha ocurrido lo contrario. No es reprochar, es plantear honestamente donde estamos”, se explicó Domènech. Podemos también ha sido víctima de la movilización ultra. En septiembre, su asamblea en Zaragoza fue cercada por ultraderechistas.
Domènech no pudo evitar el titular polémico pero lo que él quería ayer es hacer propuestas sociales y apelar a las “fuerzas que se llaman progresistas”: PSC, ERC y también la CUP. Les afeó sus pactos con el diablo –a los dos primeros que lleven a gente de Unió en las listas, a los cupaires que votaran los presupuestos de Puigdemont–, pero también les tendió la mano. Planteó dos condiciones para un acuerdo: “Revertir los recortes de Artur Mas” y subir impuestos a los ricos. Su número dos, Elisenda Alamany, también hizo ayer un guiño a ERC: “O el PDCat, o ponemos en marcha una Catalunya progresista. Las dos cosas no pueden ser”, dijo en un mitin en Manresa con la copresidenta de lo Verdes europeos Ska Keller, la invitada estrella.