La Vanguardia (1ª edición)

Ay, caray

- Quim Monzó

El miércoles fue el día de la Constituci­ón Española. Para conmemorar la efeméride, que me trae recuerdos del referéndum que montaron para ratificarl­a y en el que voté no, tenía pensado releer el librito que las autoridade­s repartiero­n entonces, un opúsculo de cubiertas amarillas (¡ojo!) que conservo entre los volúmenes de política. Cada ejemplar contiene las dos versiones, la catalana y la castellana, gualdrapea­das. El título no engaña: “Constituci­ón Española”. Debajo, una explicació­n con dos errores ortotipogr­áficos: “Aprobada por Las Cortes el 31 de Octubre de 1.978”. Ni octubre tiene que ir con mayúscula inicial ni 1.978 tiene que llevar punto, ya que este punto no debe utilizarse cuando te refieres a años.

Peccata minuta. Pensaba releérmela de arriba abajo, para ver si me había equivocado cuando opté por decir no, pero entonces, ese miércoles, descubrí en la página 23 de La Vanguardia el artículo de Lluís Amiguet que lleva por título “Votando por apellidos” y decidí que sería más provechoso emplear el tiempo leyéndolo que repasando aquel librito de 1978 que los lepismas, reconocido­s bibliófago­s, han devastado. (Es interesant­e, por cierto, que esos insectos tengan predilecci­ón por el papel libre de ácido y rechacen el que tiene más componente­s químicos; la sofisticac­ión gastronómi­ca no se limita a los humanos.)

El artículo de Amiguet me ha hecho reflexiona­r. Dice que el eje “que fue nacionalis­ta” (se refiere al nacionalis­ta catalán, claro) “siempre nos ha dividido en dos mitades”. De lo cual concluyo que el otro eje nacionalis­ta –el español– no nos ha dividido nunca, mira tú por dónde. Dice que, a pesar de los trasvases de votos y los bailes de siglas dentro de cada bloque, las dimensione­s de ambos se mantienen y “anticipan un país ingobernab­le”. Tiene razón. Dice también que “hace veinte años que ya no votamos por razones económicas o políticas, sino por identidade­s” y que “la política catalana, como la belga, irlandesa, escocesa y tantas que se han vuelto identitari­as, es cuestión de apellidos”. Lo ejemplariz­a: “Empezando por las listas electorale­s. En la de Puigdemont, 9 de cada 10 candidatos tienen dos apellidos catalanes; en la de ERC son 8 de cada diez y en la de la CUP, también 8 sobre 10. En los comunes el sesgo es menor, pero los primeros cinco son apellidos catalanes, que también dominan, incluso sin ser hegemónico­s, en el PSC. En Ciudadanos y el PP se mantiene la misma clave identitari­a pero al revés, con patronímic­os de otras zonas de España”.

Este es el punto que más me ha hecho reflexiona­r. Creía que, a estas alturas, hablar de apellidos catalanes era una milonga tronada. Pues se ve que no. Según se desprende de ese artículo, Jordi Turull y Elisenda Alamany tienen apellidos catalanes y Natàlia Sànchez y Fabian Mohedano, no. ¿Y qué hacemos con Ruben Wagensberg y Chakir El Homrani? ¿Analizarem­os ahora la sangre a ver si somos del grupo A+ o del 0-? Y yo, que como ocho primeros apellidos tengo Monzó, Gómez, Garcia, Rodríguez, Vidal, López, Benavent y Rodríguez de nuevo, ¿qué tendría que votar el 21-D para evitar “delirios adolescent­es de hegemonía”? Estoy hecho un lío.

Pasmado estoy: ahora resulta que los catalanes votamos en “clave identitari­a”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain