Acoso sexual
Tras el destape del caso Weinstein y la lista interminable de denuncias y testimonios de abusos sexuales, el debate sobre las relaciones humanas entre géneros vuelve a estar sobre la mesa. Esta vez, no es un debate que concierna sólo a las personas más sensibilizadas con la problemática, ni que hable de casos concretos, sino de algo extendido en nuestra sociedad.
Cualquier hombre tendrá en su entorno mujeres a las que preguntar: esposas, madres, hermanas, primas o amigas. Si decide indagar, se percatará de que todas, casi sin excepción, pueden recordar, al menos, un caso de abuso sexual, ya sea violación, intento de violación o presión psicológica en la pareja para tener relaciones sexuales (sí, el sexo consentido pero no deseado forma parte del abuso). Si empezamos a contar los casos de acoso en la calle, trabajo, escuela..., podemos toparnos con una lacra que está lejos de ser una cuestión aislada relacionada con el estatus social, entorno, cultura o religión; más bien, la forma en la que un género ha sido educado y condicionado para relacionarse con el otro. Un comportamiento que se ha perpetuado y normalizado en las series, programas, novelas, películas, colegio, hogares, etcétera, y que debe erradicarse.
LUIS CARLOS FERNÁNDEZ
Lyon (Francia)