La barrera invisible del metro
3. Estación de Urquinaona
Una mujer que se mueve con dificultad baja las escaleras poco a poco. Llegar hasta el andén del metro le lleva más de un cuarto de hora y un esfuerzo importante. A medio camino, cruza la mirada con un hombre que sube como puede un carrito de bebé por las escaleras mecánicas. Ambos echan de menos el ascensor que les facilitaría la movilidad en Urquinaona, una de las estaciones más antiguas de la red de metro, donde se conectan las líneas 1 y 4. Si alguien en silla de ruedas se baja aquí, quedará atrapado, sin poder salir a una de las plazas más mal resueltas de la ciudad. Los usuarios habituales optan por andar un poco más y cogerlo en plaza Catalunya o paseo de Gràcia, donde sí que hay ascensores.
La estación de Urquinaona es uno de los diez puntos negros de la red de metro que aún no son accesibles. Otro de ellos está muy cerca. Via Laietana abajo, la parada de Jaume I es otra barrera arquitectónica sin ascensores. En este caso, desde el mes de julio se están haciendo las obras necesarias para adaptarla a personas con movilidad reducida. Se han invertido más de cuatro millones en la primera actuación de un conjunto de mejoras planificadas por la Generalitat y TMB para hacer accesibles el 100% de las estaciones de la capital catalana, una promesa lanzada al aire en 1992 y que sigue sin cumplirse 25 años después. La estación de Urquinaona requiere una inversión de 12 millones de euros y la licitación está prevista para el 2020.