Jaroslaw Kaczynski
LÍDER DEL PARTIDO LEY Y JUSTICIA
El hombre que dirige el partido mayoritario en Polonia, y domina el Gobierno desde fuera de él, ha forzado la aprobación de una ley que compromete seriamente la separación de poderes en Polonia al someter a los jueces al Ejecutivo.
El repentino relevo en la jefatura del Gobierno polaco el pasado jueves no logró encubrir la operación de asalto final al poder judicial por el régimen nacionalista dirigido desde la sombra por su líder, Jaroslaw Kaczynski. La llamada reforma del poder judicial, que fue duramente criticada por la Unión Europea ayer mismo, fue sacada adelante por el Parlamento de modo forzado y exprés en una carrera nocturna contra reloj, sin discusión y violando las normas de debate parlamentario. Fue finalmente aprobada ayer con los votos del partido nacionalista Ley y Justicia.
“Es algo infame. Es una jornada aciaga para la democracia en Polonia”, dijo el líder de la oposición liberal, Grzegorz Schetyna. “El partido en el gobierno enterró la división de poderes y la independencia judicial”, remató. La nueva legislación, tachada de violación de la Constitución por todos los órganos del poder judicial, incluido el Tribunal Supremo y el gremio de juristas al completo, así como el sector de la abogacía, somete a los jueces, desde las cortes de base hasta el Tribunal Supremo. Y lo hace combinando el control del ministro de Justicia, que la vez ejerce de fiscal general, y el de la mayoría parlamentaria suprimiendo el autogobierno y autonomía de los jueces.
El régimen nacionalista, fiel a la conducta que sigue desde la toma del poder hace dos años de ignorar la Constitución y buscar el cambio de sistema a través de leyes ordinarias forzadas a toda prisa, también esta vez ha ignorado toda objeción y crítica, tanto las formuladas desde el interior de Polonia como desde la Unión Europea, que observa la deriva autoritaria de Polonia con creciente perplejidad.
“Los cambios comprometen gravemente la independencia del poder judicial a todos los niveles –afirmó la Comisión de Venecia de la UE en un peritaje publicado ayer, en un último intento de frenar la reforma–. Es un peligro para la independencia del poder judicial como tal y conduce a la politización de los tribunales de justicia”. La toma del poder judicial por el Gobierno y el partido gobernante está todavía pendiente de la ratificación del Senado y del presidente de la República, pero la luz verde de ambos está cantada de antemano.
Mientras el jueves por la noche los disciplinados diputados nacionalistas votaban en serie decenas de artículos de la ley y rechazaban una tras otra las enmiendas, acallando sin miramientos las protestas de la oposición, la jefatura del partido nacionalista, dirigida con mano férrea por Kaczynski, destituía repentinamente a la jefa del Gobierno, Beata Szydlo, sustituyéndola por su ministro de Finanzas, Mateusz Morawiecki. El relevo fue ejecutado de una manera incomprensible y hasta humillante. Todavía el jueves por la tarde Kaczynski defendió a Szydlo en el Parlamento contra una moción de censura de la oposición como la “mejor presidente de gobierno en treinta años de democracia”, para escasas horas más tarde cesarla.
El relevo parece obedecer a una feroz lucha por el poder en el seno del régimen entre facciones que la anterior primera ministra ni quiso ni pudo dominar dada su extrema debilidad y absoluto sometimiento a Kaczynski, quien hace dos años la había puesto como una “cara amable” para encabezar su Gobierno.