La Vanguardia (1ª edición)

Peatones como coches

El Ayuntamien­to de Madrid implanta las calles de sentido único durante las fiestas navideñas

- CARLOS NOVO Madrid

Centro histórico de Madrid. A unos minutos a pie de la Puerta del Sol. Calle del Carmen. Unas vallas móviles y una fila de guardias municipale­s impide al peatón torcer por la calle Rompelanza­s hacia la calle Preciados. –Alto, ¿usted adónde va? –¿Yo? ¡Estoy paseando! –Paseando, pero ¿adónde? Esta escena tuvo lugar el miércoles, a las seis y media de la tarde, en un Madrid festivo, atestado de viandantes que trataban de abrirse paso entre la multitud. Muchos eran turistas, pero también había madrileños que se acercaron al centro sólo para hacerse selfies con los guardias y comprobar in situ la última disposició­n del equipo de gobierno de Manuela Carmena: las calles de sentido único. Es decir, Preciados sólo se puede coger en sentido hacia la plaza del Callao y Carmen, de bajada, hacia la Puerta del Sol.

La medida se pone en marcha, en este periodo navideño, los festivos y los fines de semana, a partir de las 17.30 horas. Teodoro Pérez, inspector jefe de la policía municipal, la justifica con el objetivo de

La oposición del PP ve un sinsentido la medida y el gobierno la justifica “sólo por motivos de seguridad”

reducir las aglomeraci­ones, todo en un escenario de alerta 4 antiterror­ista con el recuerdo de lo ocurrido en la Rambla de Barcelona en verano.

Los comerciant­es han acogido la disposició­n con una cierta indiferenc­ia. “Esto está a tope, como siempre en estas fechas. Nos da igual que los clientes lleguen a la tienda por una calle o la de al lado”, señalan en una boutique.

José Luis Martínez Almeida, portavoz del PP en el Ayuntamien­to, ha calificado la medida de “cortina de humo para alejar el debate de las cuestiones que importan”. Y resume lo que opina del mandato de Carmena: “Sentido único, pensamient­o único”.

José Manuel Calvo, delegado de Desarrollo Urbano Sostenible del Consistori­o, entiende que las críticas de la oposición son meramente políticas: “No es una medida arbitraria. Seguimos recomendac­iones de seguridad”.

Frente a las vallas, en media hora, hay gente para todo, como dice el refrán. Un grupo de estudiante­s venidos de Valladolid hace broma con los guardias.

–¿No se puede pasar? ¿Nos han tomado por coches?

Algún turista pide que le abran la valla e intenta hacerse entender en su precario español. “Mi hotel está en esa calle”. El municipal, por gestos, le señala que dé la vuelta por la calle de al lado.

A las ocho el problema no es el sentido único, sino que no se puede dar un paso. La circulació­n avanza por Preciados a paso de tortuga. Al fondo, sobre las cabezas, en la azotea del edificio Capitol parpadea el icónico neón de una marca de tónicas tan fácil de pronunciar como difícil de escribir. En la plaza del Callao, la multitud se acumula ante las vallas y busca su calle. A la izquierda, los cines Callao, y un poco más allá, los grandes almacenes que en 1964 sustituyer­on a otro de los edificios más emblemátic­os de Madrid, el derribado hotel Florida, donde se alojaba la prensa internacio­nal cuando la Gran Vía era la calle de los obuses. Pero eso es otra historia, bien triste, por cierto.

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DANI DUCH Policías locales orientan a los peatones en una de las calles de sentido único del entorno de la Puerta del Sol

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