Barcelona tiene cinco calles García y sólo una Pujol
El nomenclátor de la ciudad ha cambiado o ha iniciado los trámites para modificar los nombres de once calles desde el 2016
De Amàlia García, en Gràcia, a Francisco Martínez, en Sant Andreu. Barcelona tiene cinco calles García, o cinco calles en las que figura el apellido García. Y cuatro López y tres Martínez. Pero sólo un Pujol: Joan Baptista Pujol i Riu (1835-1898), concertista y profesor de piano, con placa en Sarrià-Sant Gervasi. Esta es una de las curiosidades del nomenclátor, con direcciones tan curiosas como Progrés, que conduce a Llibertat en Gràcia. O como Ja hi som, en Vallvidrera, una subida tan pronunciada que todo el mundo exclama al llegar “Ja hi som!”, lo que explica el nombre.
La ciudad tiene vías muy antiguas, como la calle Carretes, de Ciutat Vella, citada en un documento de 1383 como el camino que unía el monasterio de Sant Pau con la calle Pedró. La etimología alude a los vehículos que la transitaban entonces y que pagaban unas tasas u otras en función de su tamaño para resarcir así a la municipalidad de los daños que las ruedas causaban en el empedrado. Hoy ya no circulan carros ni carretas y el asfalto ha sustituido a las piedras, pero la calle se llama igual desde hace 634 años.
Un total de once vías con mucha menos historia no pueden decir lo mismo. “La voluntad de rebajar la carga simbólica de la monarquía en el nomenclátor”, como admite el Ayuntamiento, ha impulsado algunos cambios. Y otros, la ley de Memoria Histórica y las campañas vecinales y populares. La calle del Aviador Franco, en Sants-Montjuïc, se aprobó en 1927 por la gesta del Plus Ultra, un vuelo de Huelva a Buenos Aires, pero hoy no se puede olvidar que el hermano del general Francisco Franco se sumó a los sublevados y falleció en un accidente aéreo cuando se dirigía a bombardear Barcelona (o València, según las fuentes). Esta calle será rebautizada, pero el cambio todavía está en proceso de tramitación. Cuando el expediente concluya se llamará José Aranguren, en honor a un general de la Guardia Civil fusilado por mantenerse fiel a la República. Por cierto, como el general Domènec Batet, aunque sigue sin placa: la calle Batet de Horta-Guinardó hace referencia a Amàlia Batet i Gil, cuyo único mérito era ser la dueña de unos terrenos en la zona.
Los expedientes de otras calles ya han sido aprobados, pero aún no se han inaugurado, como la de Pepe Rubianes, que dará un nuevo nombre a la que todavía hoy es la calle Almirall Cervera, en la Barceloneta. Además de las 11 variaciones que ha experimentado o experimentará el callejero tarde o temprano, ya hay al menos dos solicitudes en lista de espera, pero sin que ni siquiera se hayan comenzado a tramitar sus expedientes: la plaza de Antonio Lóse pez, que cimentó su inmensa fortuna en el tráfico de esclavos en Cuba, y el paseo Joan de Borbó, que la asociación de vecinos ha pedido renombrar. Todavía no está claro qué nuevos nombres podrían recibir estos enclaves, si bien en el caso de Antonio López ha propuesto alguno que aluda a la riqueza multicultural y étnica de los pueblos de América. El Ayuntamiento admite que también ha recibido peticiones para homenajear a Kubala y Cruyff.
El problema, dice el gobierno municipal, es que “no hay nuevas calles para bautizar”. Eso explica que personajes como Mercè Rodoreda tengan que conformarse con casi una pista forestal, entre el monasterio de Sant Maties y la carretera de las Aigües. Al ninguneo que supone no tener nada mejor para una escritora tan importante se suma el hecho de que las mujeres siguen siendo las grandes olvidadas del callejero.
Por ejemplo, la calle de una de las más grandes personalidades de la ciencia, la de Marie Curie, en Nou Barris, sólo la recuerda como “física y química”, y no como la primera y única mujer del mundo con dos premios Nobel. La ponencia del nomenclátor, la comisión municipal que estudia las propuestas de nombre de las vías públicas de Barcelona, trata de suplir estos vacíos con el asesoramiento de los integrantes del Programa Municipal per a les Dones, que promueve la presencia femenina en el callejero.
Los cambios de nombre apenas causan problemas al servicio de
El general Aranguren, fusilado por ser fiel a la República, tendrá calle; el general Batet, que hizo lo mismo, no
Correos y de las principales empresas de mensajería, que tampoco tienen muchas dificultades porque las últimas variaciones han afectado a jardines e, incluso, a un espigón (el de la Mar Bella, que pasará a ser el de Antoni Gutiérrez Díaz, el Guti, un histórico dirigente comunista). Vecinos de la nueva plaza de la República (antes, plaza Llucmajor), una de las principales vías rebautizadas este año y donde sí viven muchas personas, explican que reciben la correspondencia y los envíos de internet sin mayores incidencias.
Los servicios de reparto están en permanente contacto con el Ayuntamiento para adelantarse a los cambios de denominación de las calles. Cuando hay uno, actualizan el programa informático que organiza las rutas de los trabajadores y, en el caso de Correos, “también se avisa al distrito correspondiente para que los carteros tomen buena nota”, dice un portavoz. Un empleado de Correos, José Expósito González, hijo y nieto de carteros, publicó en el 2003 La saga de los Expósito en los Correos de Barcelona, 19291985. El libro incluye anécdotas deliciosas, como la que explica que durante la República la calle de Sant Josep de la Muntanya pasó a ser conocida popularmente como la de Pepe el Excursionista. Y aun así las cartas llegaban.