Bolero belga bajo la lluvia
Las imágenes de la manifestación independentista de Bruselas han animado la información televisiva del puente constitucional y purísimo. Con contenida emoción patriótica ante el despliegue pacífico de manifestantes (racionada por el cronómetro de la Junta Electoral Central) o con el receloso desprecio de quien sigue viéndolo como una amenaza a la integridad de España, las interpretaciones nos proporcionan puntos de vista variados que permiten practicar, no lo olvidemos, la libertad de expresión. Todas las versiones han coincidido en lo mismo: hacía un frío que pelaba. DEL GRIS AL AMARILLO En Espejo público (Antena 3) entrevistaron a la periodista Karmele Marchante. Es una veterana de la tele más intestinal de finales del siglo XX y principios del XXI. En los últimos meses ha intentado redimirse de su pasado catódico y recuperar su faceta juvenil de militante feminista radical con veleidades masónicas. Marchante, que ha participado en esta peregrinación de protesta con el mismo entusiasmo que miles (45.000 según la policía belga) de catalanes, está acostumbrada a expresar opiniones pirotécnicas. Y sabe que uno de los secretos de la atención televisiva radica en la singularidad y, si conviene, de la extravagancia de las opiniones. Al explicar que apoya la protesta contra la aplicación del artículo 155, orquestada por el PP, los socialistas y Cs, añade un: “Esto no lo sacarán” de auténtico profesional. Si alguna vez os entrevistan y queréis aseguraros de que lo que decís se emite, no dejéis de decir: “Esto no lo sacarán”. Es una tentación demasiado fuerte para dejar de emitirla. Marchante celebró vivir en una república catalana, independiente, feminista y laica y mostró, con un orgullo que contrasta con la solemnidad histriónica de otros testimonios, sus pendientes y sus uñas. “Uñas y pendientes indepes”, dijo, y sonó como el título de uno de aquellos artículos petardos del añorado Terenci Moix. Por cierto: eché de menos que, como banda sonora de las imágenes de gente desplazada a Bélgica (parecía la final de Basilea), no sonara el bolero belga Brussells in the rain compuesto para Paquito D’Rivera y con Toots Thielemans, el gran virtuoso de la armónica, nacido en Bruselas. LA ESPAÑA DE FICCIÓN VA BIEN La acumulación de series españolas en antena es una buena noticia. En Movistar Series, la oscuridad apocalíptica de La zona ofrece un nivel de producción inusual y una selección argumental que no busca la aceptación ni mayoritaria ni inmediata. En Telecinco, El accidente mantiene el nervio de las expectativas y deja volar la sospecha de que este será su gran aliciente. Y en TVE, brilla el Javier Gutierréz de una serie, Estoy vivo, que da sentido a la oferta de una televisión pública. Pese a las tramas aparentemente pensadas para ampliar el abanico de identificaciones (la adolescencia de una aspirante a científica y el ya inevitable abuelo enfermo de Alzheimer), el grueso del argumento es muy eficaz e, igual que las otras series, dignifica enormemente el trabajo de unos actores excepcionales.
Todas las versiones han coincidido en lo mismo: en Bruselas hacía un frío que pelaba