La Vanguardia (1ª edición)

Vuelve DelicARTes­sen, la gran colectiva de arte actual en pequeño formato

La decimosext­a edición del evento reúne 600 obras de 84 artistas internacio­nales

- JUAN BUFILL Barcelona

DelicARTes­sen, la gran exposición colectiva de arte contemporá­neo en pequeño y hasta mediano formato que organiza anualmente la galería Esther Montoriol, llega a su decimosext­a edición y reúne más obras que nunca. Esta vez son 600, realizadas por 84 artistas internacio­nales, de las cuales se exponen 425 en los dos pisos de esta amplia galería. Las demás esperan su oportunida­d en el almacén. DelicARTes­sen es una muestra de arte actual que abarca muchas disciplina­s y estilos. Predomina la pintura –más la figurativa que la abstracta– y también el dibujo y la escultura o el ensamblaje escultóric­o, pero también está representa­da la fotografía, la instalació­n, la cerámica e incluso hay una pieza audiovisua­l. Por otra parte, aunque tiene carácter internacio­nal, la mayoría de los artistas tienen o han tenido taller en Barcelona o en Catalunya, y por ello es un buen reflejo del arte que se está haciendo ahora y aquí, con independen­cia de las tendencias institucio­nales.

Las obras que expone el barcelonés Cesc Riera son espléndida­s y demuestran que una escultura puede ser casi bidimensio­nal y aún así expresar unos valores plenamente escultóric­os. El ejemplo más claro es Dimensions, una escultura plana realizada con mecano y que cuelga del techo. Es un trampantoj­o constructi­vo que representa una tercera dimensión y que, además, establece una segunda relación con el espacio, que se manifiesta cuando gira levemente o cuando es contemplad­a desde diferentes puntos de vista. El de Cesc Riera es arte mayor disfrazado de arte menor, como lo han sido algunas historieta­s gráficas, desde Herriman a Guillem Cifré o Micharmut. Otras piezas de Riera son Silenci, que representa un bocadillo de cómic sin palabras, pero con texturas blancas y con intención escultóric­a, al situarse casi perpendicu­lar a la pared. Revolution es un mero giro de compás, y lo complement­a una pequeña pero matona cerilla de metal policromad­o llamada Detonator.

La historia contemporá­nea se cuela en dos esculturas de Manel Rubiales, dos perrazos irrisorios y agresivos, ensamblado­s en madera, llamados Brexit Dog y Maastricht Dog. Otras referencia­s a la odiadora y odiosa actualidad se encuentran en Hate is mainstream (Marc Badia). Esther Montoriol ha recuperado póstumamen­te algunas obras de Manuel De Val, que parecen haber sido realizadas en este anticatalá­n otoño de 2017. Especialme­nte la titulada Historia de España, un objeto encontrado rancio, pero lamentable­mente actual. En otras piezas De Val efectuaba certeros comentario­s sobre el mundillo del arte, como en el paisaje con letras ostentosas titulado Exclusibo (escrito con be, efectivame­nte), o Easy.

Jordi W. Saladrigas expone paisajes objetuales, aventuras conceptual­es y apuntes narrativos y poéticos. En el paisaje invernal con figuras llamado The Box realiza una distante y distinguid­a incursión en el género porno.

La figuración realista y metarreali­sta abunda en esta edición, tanto en pinturas como en dibujos. Xevi Solà retrata a Paul ya Vincent como si fueran gente joven de ahora, pero en los contextos pictóricos de Gauguin y de Van Gogh, respectiva­mente. Destacan varios retratos de Marcos Palazzi, como Girl Power, la miniatura Pssst oun minidíptic­o con referencia­s a Cézanne, y también los autorretra­tos en forma de dípticos de la italiana Moira Franco. De Jabi Machado es notable el inquietant­e Hombre regalo, que representa a un hombre cosificado y reducido a mercancía, y también el raro In-paisaje escena. Jaume Roure, cada vez más libre y fluido, pinta óleos sobre distintos soportes, como un libro (Mariner), o bien sobre fotografía­s en blanco y negro, caso de Monument Olimpiades d’Hivern BCN. Nicole Gagnum hace dialogar a unas flores carnosas con campos de color en la serie pictórica Tarde es, amor. Dani Ensesa dibuja una sensualida­d dispersa en Las caricias de la carne con el fuego. Otras pinturas en pequeño formato que merecen atención son las de Oriol Arisa (La luz primera), Mari Ito, Jorge Zambrano, Laia Arnau y Thomas Edetun. Completan el abundante capitulo figurativo los retratos de grupo de Sacris (El sueño del buen burgués), los excéntrica­s pinturas de Plácido Romero, Joseba Eskubi y Tomás Morell y las arquitectu­ras recreativa­s de Març Rabal.

La pintura abstracta está representa­da por las obras de Sabine Finkenauer, Silvia Hornig, Matías Krahn (Activación por simpatía), Víctor Pérez-Porro, Juan Escudero, Rosanna Casano, Sarah West, Mercedes Mangrané y Èlia Llach. Entre la ilustració­n y la pintura se sitúa Leonard Beard, con una serie sobre el cambio climático: icebergs con objetos de confort (sillón, estufa...). El dibujo incorpora elementos de instalació­n en una multihuman­a Flor que firma Fum. La fotografía cuenta con obras de Aleydis Rispa (Cianobacte­ria), Hiro Matsuoka, Espe Pons y otros. La selección incluye cerámicas de Matilde Grau y una pieza audiovisua­l de Blanca Navas. Galería Esther Montoriol. Diputació, 339. Hasta el 19 de enero.

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GALERIA ESTHER MONTORIOL Paul, pintura de Xevi Solà
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GALERIA ESTHER MONTORIOL Silenci, escultura de Cesc Riera

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