La Vanguardia (1ª edición)

Un mercado poco usado y sin suerte

- Carles Ruipérez

El Barcelona no es una asiduo del mercado de invierno. Suele acudir para encontrar parches momentáneo­s, ya sea por lesión, por falta de resultados o por insistenci­a del técnico de turno, como sucedió con Van Gaal y los gemelos De Boer (1999) y Bogarde (1998). Aunque no pudieron ser inscritos hasta el 1 de enero del 2016 por la sanción FIFA, ni Aleix Vidal ni Arda Turan pueden ser considerad­os productos del mercado de invierno ya que su contrataci­ón se produjo en junio y julio del 2015, respectiva­mente. De hecho, el Barcelona hace siete años que no acude a la ventana de invierno para mejorar su plantilla. Fue en la temporada 2010-11, cuando se incorporó Afellay, que costó 3 millones, aunque seis meses después acababa contrato con el PSV. Antes del holandés el club ya estuvo tres años sin fichar. Entonces fue fruto de la lesión de Jorquera con la selección catalana. Se buscó un portero suplente y llegó Pinto, que de todos acabó siendo el más longevo. El meta gaditano se quedó seis temporadas y media y jugó 88 partidos (46 de Copa). La temporada 2004-05 se conoce como la de los cruzados ya que Motta, Edmílson, Gabri y Larsson se rompieron la rodilla. Para cubrir su hueco se logró la cesión de Albertini (Milan) y se pagaron 6 millones a River por Maxi López, ambos con poco recorrido. En cambio, a Davids se le tiene como el prototipo de fichaje de invierno. El holandés rindió desde el primer minuto que aterrizó en el 2004. Un año antes, Sorín no funcionó. /

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