La Vanguardia (1ª edición)

Cristiano good, Messi better

- David Carabén

Un Cristiano Ronaldo más relajado y caballeros­o que nunca recibió su quinto Balón de Oro el jueves por la noche en París. En vez de celebrarlo con aquel “suuuh!” marca de fábrica con que nos deleita después de cada gol, tuvo un recuerdo para los compañeros. Pero también tuvo un detalle con Messi, por el simple hecho de reconocer abiertamen­te la lucha que, a la larga, ha acabado hermanándo­los: “Espero jugar al máximo nivel durante unos años más y mantener la batalla con él. Veremos quién es el mejor”. Sí, esta última frase y la convicción interna que revela, descoloca a todos los que sabemos quién es el mejor. ¿Cómo puede creer Ronaldo –pensamos los fans de Messi– que esta partida sigue en pie? Para nosotros ya hace tiempo que es una cuestión resuelta. Pero segurament­e, es en la tensión de esta disputa, en el hecho de mantenerla abierta, donde podemos encontrar una explicació­n del altísimo rendimient­o que siguen ofreciendo, tantos años después, estos dos futbolista­s extraordin­arios. ¿De qué retos se alimentan los grandes talentos? ¿A partir de qué o de cuándo un campeón se da por satisfecho?

En el interesant­ísimo George Best: all by himself (2016), un documental de Daniel Gordon sobre el mítico delantero irlandés del Manchester United, se apuntan varias respuestas a estas cuestiones. Después del trágico accidente de avión que mató a la práctica totalidad del primer equipo, en el año 1958, George Best se convirtió en un símbolo de esperanza para la afición de los Red Devils, que

¿Cómo puede creer Ronaldo –pensamos los fans de Messi– que la partida sigue en pie? Para nosotros lleva tiempo resuelta

habían tenido la primera Copa de Europa tan cerca. El afán de Matt Busby, el entrenador que sobrevivió de milagro a la tragedia y le hizo de segundo padre, pero también la lógica épica del relato y, sobre todo, el carisma, travieso y genial, del joven talento, guapo como Elvis Presley y peinado como un beatle, explicaría­n el éxito europeo, diez años después de la tragedia. De acuerdo con los testimonio­s del filme, entendemos que es a partir de ese momento de catarsis colectiva, de ensueño cumplido, que la pulsión autodestru­ctiva de Best se fue imponiendo a los demás retos.

Del genio de Belfast siempre recuerdo una anécdota no recogida en el documental que él mismo explicaba y que da a entender muy bien el abismo que puede haber entre las diferentes maneras que tenemos de entender el éxito o el fracaso. La mañana antes de un partido importante del Manchester United, un aficionado que trabajaba de botones en un lujoso hotel de la ciudad, lo reconoció al abrir medio desnudo la puerta de la suite donde había pasado la noche. El suelo estaba lleno de botellas de champán y de billetes, porque la noche anterior había tenido suerte en el casino. En la cama lo esperaba una mujer espectacul­ar. Pero el botones no pudo evitar preguntarl­e qué estaba haciendo con su vida.

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