Una pasión nacional por los relojes

Siempre me han sorprendido los suplementos que los grandes diarios italianos dedican por entero al mundo de los relojes. El esfuerzo editorial y el interés publicitario denotan que se trata de una verdadera pasión nacional, una prueba más de ese aprecio por el lujo entendido como elegancia, como artesanía de alta calidad, por el producto bien hecho que desprende un aura noble y atemporal. El pasado 16 de noviembre, el Corriere della Sera y La Repubblica publicaron sendos cuadernillos con el mismo título :“Orologi”. El primero contaba con 72 páginas. El segundo tenía 48. En total, pues, 120 páginas sobre relojes, entre información y anuncios. Una delicia para los amantes de estos artefactos que, además de útiles, se han convertido en el objeto de regalo por excelencia y para cualquier ocasión. Uno se entera, por ejemplo, que el príncipe Guillermo de Inglaterra, en su tercer aniversario de boda, regaló a su esposa Catalina un Ballon Bleu, de Cartier, que costaba la módica suma de 5.000 euros. Eso sí, Guillermo hizo engastar un zafiro del anillo de compromiso de su madre, lady Diana. El muestrario de relojes de los dos diarios despierta el apetito –o la envidia– del lector. Figuran desde un Chopard de esmeraldas que se va a 291.760 euros hasta modelos asequibles que no llegan a los 100 euros. Algunas marcas no exhiben precio. Se fabrican según el gusto del comprador, con más o menos piedras preciosas, y pueden costar tanto como un yate.